La tecnología va actualmente de la mano de empresas nuevas y podemos decir que vivimos el futuro de hombres de ciencia, como avizoró el líder histórico de la Revolución cubana Fidel Castro, desde la década de 1960, afirmó el científico antillano Agustín Lage al razonar sobre el asunto en el foro.
Esa cuarta revolución «es un conjunto de tecnologías con impacto en la producción industrial», precisó el asesor del grupo empresarial BioCubaFarma.
Indicó que resulta peligroso para las revoluciones sociales quedar desconectadas de los cambios tecnológicos de cada época.
Señaló que cada nueva revolución industrial trae consigo incrementos de la productividad del trabajo, y en el momento actual, ya en marcha la cuarta, se estima que solamente el uso de la inteligencia artificial aumentará la productividad en un 40 por ciento.
Vaticinó que en los próximos años más del 80 por ciento de las empresas en países industrializados usarán alguna forma de inteligencia artificial.
Pero no todo son complacencias técnicas, pues, alertó, «con cada ola de revolución industrial ocurrió una ampliación de las desigualdades».
Así sucedió en las tres revoluciones industriales precedentes y puede suceder otra vez en la cuarta. Las brechas entre los países más desarrollados y los que van quedando detrás se ensanchan cada año.
Lage refirió que Cuba transita hacia la capacitación masiva de la fuerza de trabajo en las tecnologías de esa cuarta revolución, empezando por el dominio de la transformación digital y en desarrollar sectores industriales basados en las tecnologías avanzadas.
Para el académico, el protagonismo de las empresas estatales no debe cambiar y se debe aprovechar el talento humano. En el contexto cubano tenemos ahora más herramientas que en la década de 1980, apuntó.
Según el investigador, el cuello de botella está en la construcción de conexiones y abogó para que los procesos puedan internacionalizarse y que se acuda a las gestiones en universidades.
Reafirmó que los científicos, tecnólogos e innovadores cubanos están empeñados en lograr el desarrollo económico y social basado en el conocimiento, y que Brasil y Cuba pueden promover y consolidar programas de colaboración.
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