Peor aun, alrededor de la mitad de esos menores labora en las formas más peligrosas de ese flagelo que ocasiona una amenaza real a su salud física y mental, denuncia un informe conjunto entre la Organización Internacional del Trabajo y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Ambos organismos internacionales coinciden en que para eliminar ese mal en la sociedad se requiere del incremento de la protección social, y afrontar los factores que conducen a la desigualdad y a la exclusión en relación con el género.
De esa forma también se pueden reducir el estrés, la violencia doméstica, apoyar los medios de subsistencia del hogar, mitigar el estigma y la exclusión que padecen los niños que viven en la pobreza, amplía el texto denominado Más de mil millones de razones: La necesidad urgente de construir una protección social universal para los niños.
Los datos muestran que unos 800 millones de infantes subsisten por debajo del umbral de pobreza de 3,20 dólares al día, y más de mil millones viven en pobreza multidimensional privados de una salud, educación y nutrición adecuadas, refleja el texto.
Las repercusiones son inmediatas y permanentes: aumentan las violaciones de derechos, como el trabajo y el matrimonio infantil, y disminuyen sus aspiraciones y oportunidades. Y ese potencial humano no realizado tiene inevitables implicaciones adversas y a largo plazo para las comunidades, las sociedades y las economías en general.
Además, tienen el doble de probabilidades de vivir en situación de pobreza extrema que los adultos.
En ese contexto, los retos son cada vez mayores y agravados como consecuencia de los efectos actuales de la Covid-19, la crisis del costo de la vida, aumento de la fragilidad, conflictos y desplazamientos, y los efectos de la emergencia climática.
Según los organismos, la ruta hacia la necesaria protección social universal de los niños requiere cerrar la brecha de la cobertura y que los formuladores de políticas nacionales adopten un camino óptimo para los menores.
mem/tdd