Un breve reporte de prensa confirmó el arribo del diplomático a esta capital, mientras se espera que en la tarde abra la agenda con las pláticas con su homólogo, Qing Gang, y luego lo reciba Wang Yi, el jefe de la Comisión de Asuntos Exteriores del Partido Comunista de China.
Igualmente, algunas informaciones se refieren a un posible encuentro con el presidente del gigante asiático, Xi Jinping, antes de cerrar mañana su estancia.
Si bien desde hace días se rumora la visita de Blinken, China la confirmó el jueves solo después que él conversó por teléfono con el canciller Qing sobre cuestiones consideradas sensibles en las relaciones y así dieran continuidad a los esfuerzos por depurarlas de discordias.
El diplomático norteamericano es el funcionario de más alto rango de la administración de Joe Biden que llega aquí y el periplo acontece en un contexto dominado por sanciones de Washington a empresas chinas e injerencia en asuntos como Hong Kong, Taiwán y Tíbet.
El ingrediente más reciente de los roces son los reportes sobre la presunta apertura de una base de inteligencia de China en Cuba, con el objetivo de vigilar a la nación norteña.
Tanto Beijing como La Habana rechazaron tales alegaciones, las consideraron otra acción injerencista de la Casa Blanca y un ejemplo de difamación.
Incluso, el país oriental advirtió que por más que Estados Unidos divulgue calumnias, no podrá dañar la amistad sincera y de larga data con la mayor de las Antillas.
Con ese escenario de fondo, la visita de Blinken genera pocas expectativas sobre un salto mayor en el entendimiento entre las principales potencias del planeta, pues ambas partes recalcaron días atrás que será un momento donde remarcarán posiciones sobre temas de interés.
No obstante, los dos países están claros de la importancia en lo bilateral e internacional de que mejoren los vínculos y prioricen la cooperación, especialmente por los estragos de su guerra comercial de los últimos años.
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