“Estoy derritiéndome”, “me descongelo”, “el indio (Sol) está tirándola duro”, son frases recurrentes en cualquier saludo y conversación a lo largo de la isla por estos días de verano, en los que los termómetros se disparan.
La gente camina en zigzag por las aceras, buscando la sombrita de un árbol; en portales y balcones los niños se refrescan en piscinas inflables y hasta improvisadas, y las playas y ríos se convierten en la salida ideal para sobrellevar el bochorno térmico.
Ni siquiera las copiosas lluvias propias del mes de junio llegan a refrescar lo suficiente como para dar un respiro a la gente, que se agobia con la canícula, que puede provocar calambres, agotamiento, deshidratación, decaimiento y sensación de postración.
Pese a que los científicos aseguran que los calores actuales que vivimos no han constituido récord para el sexto mes del año, a pesar de escalar la cota de los 35 grados Celsius, no falta quien diga que nunca había sentido tanto calor en su vida, también debido a la alta humedad reinante.
Y no es para menos. Los expertos precisan que las variables meteorológicas que normalmente se mencionan son medidas a la sombra; si se expone un termómetro al sol por unos minutos veremos que puede superar fácilmente los 40 grados Celsius, apuntan.
Los últimos días han sido intensamente sofocantes también en muchas partes del mundo, y las temperaturas han alcanzado niveles máximos en Centroamérica y el Caribe.
En ciudades del sureste de México y en San Juan, Puerto Rico, por solo poner dos ejemplos, los termómetros registraron en recientes jornadas elevadas temperaturas que, unidas a la humedad, provocan una sensación térmica superior a los 40 grados Celsius.
Los científicos hablan de un fenómeno llamado domo de calor, el cual se forma en un área de alta presión atmosférica cuando el aire caliente es empujado hacia abajo y queda atrapado en un solo lugar, lo que hace que las temperaturas se disparen en una amplia región donde se produce.
Se trata esencialmente de una masa de aire caliente arraigada en un lugar, atrapando a los que están dentro a nivel del suelo en una ola de calor prolongada.
Los eventos de calor extremo ocurren dentro de la variación natural del clima debido a los cambios en los patrones climáticos globales.
Sin embargo, los especialistas señalan que el aumento en la frecuencia, duración e intensidad de estos eventos en las últimas décadas está claramente relacionado con el calentamiento observado del planeta y puede atribuirse a la actividad humana.
Desde el comienzo de la era industrial las emisiones globales causadas por la quema de combustibles fósiles han estado atrapando el calor en la atmósfera y, a menos que se estas se reduzcan, el ciclo de intensas olas de calor continuará.
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