Según la investigación, publicada en el diario digital Injury Epidemiology, se analizaron 10 años de datos del Sistema Nacional de Notificación de Muertes Violentas.
La búsqueda puso énfasis en aquellos decesos no intencionados ocasionados por esos artefactos entre la población pediátrica.
Durante el periodo analizado (2009-2018) ocurrieron 279 muertes de niños menores de 15 años que se suicidaron de forma no intencionada o mataron con un arma a otro en el propio rango de edad.
La mayoría de las víctimas (81,4 por ciento) eran varones y el 40,9 por ciento tenía entre dos y cuatro años.
Destacó el informe que los niños en Estados Unidos se autolesionan o se disparan entre sí por el fácil acceso en sus propios hogares a las armas de fuego propiedad de miembros de la familia.
Las conclusiones del estudio sugieren orientar los esfuerzos de prevención con la adopción de leyes que impidan el acceso de los niños a esos medios letales y frenen lo que se considera aquí un importante problema de salud pública en la población infantil.
El pasado 16 de junio, la policía local del estado de Ohio notificó que un pequeño de dos años tomó un arma de fuego que estaba cargada para jugar y mató accidentalmente a su madre, quien estaba embarazada de ocho meses.
Pero ese es apenas uno de las más recientes tragedias de ese tipo en un país donde hay más armas de fuego que habitantes, pues los alrededor de 400 millones de artefactos que circulan en manos de civiles superan los más de 330 millones de habitantes de la nación norteamericana.
El Centro de Investigación Pew advirtió que cerca del 40 por ciento de los hogares estadounidenses poseen armas de fuego y buena parte de ellos tiene en su composición a los hijos.
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