Son 59 obras, en su mayoría pinturas y una sola escultura, una rareza de Paul Gauguin denominada Cabeza de muchacha. Y de aperitivo, al ingresar al salón de la muestra en el museo Nacional Thyssen-Bornemisza, el cuadro Mujer ante el espejo, del belga Paul Delavaux.
El espiritismo, lo demoníaco, oscurantismo, lo inconográfico y hasta la aceptación del chamanismo, que era algo no occidental, no europeo y finalmente tolerado, intervienen de forma transversal en esta invitación a dialogar con lo oculto, según el comisario Guillermo Solana.
Solana, director artístico del Thyssen, comentó a un grupo de periodistas invitados al “vernissage” privado de la exposición, que los saberes ocultos sobrevivieron durante siglos en un entorno cultural hostil.
La religión hegemónica y más tarde el racionalismo y el positivismo, obligaron a volcarse a su capacidad de camuflaje e infiltración. Con lo cual fue en las artes visuales donde las ideas y creencias esotéricas encontraron terreno fértil para sus mensajes cifrados.
El recorrido de Lo oculto, es hasta cierto punto sorprendente. Muchas de las obras son muy reconocibles y también sus autores: el chileno Roberto Matta, único latinoamericano, Delvaux, Pablo Picasso, Salvador Dalí, René Magritte, Edvard Munch, Wassily Kandinsky, Jackson Pollock, Marc Chagall, Bramantino, Max Ernst, Georgia O´Keeffe, Joan Miró (…).
Muchas alegorías, sutilezas e intenciones dejadas a la imaginación, también en la rebeldía atemperada de los creadores que dejan rastros de lo oculto con una serie de códigos a descifrar.
Un escenario abierto y libre a la interpretación, pero con detalles reveladores con la idea de deslizarlos en obras de arte con nuevas lecturas más heterodoxas, reflexionó el comisario Solana.
La oportunidad de contemplar, con otra mirada, cuadros como Arbol solitario y árboles conyugales, de Ernst; Bacco y Ariadna, de Ricci; Adán y Eva, de Baldung Grien; Atardecer, de Munch; Pintura con tres manchas, de Kandinsky; Corrida de toros, de Picasso; Marrón y plata, de Pollock; y Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar, de Dalí (…).
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