Filadelfia (Pensilvania), Fort Worth (Texas) y Lansing (Michigan), así como casos de tiroteos en Baltimore (Maryland) y Wichita (Kansas), por citar apenas los más recientes casos, dan la medida del necesario control de las armas de fuego en un país donde es fácil su acceso.
El presidente Joe Biden volvió a pedir terminar con la «epidemia de violencia armada» tras la indetenible ola de homicidios y justo a un año de la matanza en Highland Park, Illinois, durante un desfile popular por el 4 de julio que ocasionó siete víctimas fatales.
Biden admitió que en los últimos días la nación “ha sufrido una vez más una ola de tiroteos trágicos y sin sentido en comunidades de todo Estados Unidos».
Mientras nuestra nación celebra el Día de la Independencia, rezamos por el día en que nuestras comunidades estén libres de la violencia armada, subrayó el mandatario demócrata.
Nuestros corazones siempre dolerán por las familias y amigos que quedaron atrás para lidiar con el dolor de su pérdida, dijo la víspera la alcaldesa de Highland Park, Nancy Rotering, en una ceremonia de recordación.
«No hay nada que podamos decir para llenar los agujeros en sus corazones o para curar a aquellos que sufrieron daños irreparables», lamentó.
El festejo en esa ciudad de Illinois se transformó en marcha conmemorativa, en la que miembros de la comunidad y políticos aprovecharon para insistir en redoblar los esfuerzos por aprobar el control de armas.
El atacante de Highland Park utilizó un fusil AR-15, al parecer similar al del autor del tiroteo del lunes en Filadelfia.
La congresista demócrata Jan Schakowsky, cuyo distrito es vecino de Highland Park, pidió en su cuenta en Twitter acabar con «la obscena proliferación de armas de estilo militar, así como al fácil acceso a todas las armas de fuego mortales».
Pero esa es una tarea difícil porque tales deseos se oponen a fuertes intereses de defensores del porte de armas de fuego como la Asociación Nacional del Rifle, cuya influencia en Washington logra interferir en cualquier iniciativa.
En la reciente matanza en Filadelfia –ciudad donde el 4 de julio de 1776 se firmó la Declaración de Independencia- un individuo armado con varios cargadores, rifle, pistola, chaleco antibalas y escáner policial, decidió abrir fuego en medio de la calle. A su paso cinco fallecidos.
Pero esta cadena de sucesos incluyó en los últimos días los tiroteos masivos en Baltimore con dos muertos y 28 heridos; Fort Worth, que provocó tres decesos y ocho heridos; así como lesionados en Wichita (siete); en Tulsa, Oklahoma (cuatro) y Lansing, Michigan (cinco), de acuerdo con el Archivo de la Violencia Armada.
Precisamente el rastreador en línea actualizó sus cifras y agregó a la lista de fatalidades una balacera ocurrida este mismo miércoles aquí en Washington, DC, con saldo de nueve heridos.
Detrás de la aparente normalidad que se aprecia en esta ciudad capital se percibe ese ambiente generalizado de que nadie está a salvo.
En lo que va de año son ya 351 los tiroteos masivos reportados en Estados Unidos, subrayó.
Los tiroteos se producen en cualquier momento y lugar. Son las armas, la epidemia.
Vaya triste récord el de este país el de contar con más artefactos letales en poder de civiles que habitantes.
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