Es todo un culto, a juzgar por aquella que veo recogiendo con unos guantes las deposiciones de su animalito y luego le acaricia, o el que en la esquina junto al semáforo le ordena un quieto. Caramba, dueño y perro hasta se parecen.
Hay páginas para adopción a la medida de los gustos por raza, tamaño color, sexo; para donar “la camita porque Sanky murió” incluso si usted intenta rentar y tiene un can debe buscar el edificio donde los admitan.
Tras hallar el lugar aplicará por los dos, o sea, usted y su mascota (lo cual no es gratis), y luego cada mes junto a la suya pagará la renta de su “pet friendly”.
Hay tiendas para mascotas, comidas, perfumes, leyes que las protegen…
Las noticias del día indican que casi el 30 por ciento de los hogares estadounidenses están formados por una sola persona, una cifra récord. ¿Tendrá que ver con eso?
Pero para los expertos vivir solo no es tanto una tendencia como una transformación: En gran parte del mundo, un gran número de personas viven solas por primera vez en la historia.
«Es un cambio social asombroso», en opinión de Eric Klinenberg, sociólogo de la Universidad de Nueva York y autor del libro Going Solo.
El censo de Estados Unidos muestra que los «solitarios» constituían el ocho por ciento de todos los hogares en 1940 y que la proporción se duplicó hasta el 18 por ciento en 1970 y se triplicó con creces hasta alcanzar el 29 por ciento en 2022.
El movimiento en favor de la vida «alone» se cruza con otras tendencias sociales. Los estadounidenses se casan más tarde, si es que se casan.
La nación envejece. La tasa de natalidad disminuye. La gente vive más, o vivía más hasta que llegó la pandemia de la Copvid-19…
Y en ese mismo momento se entremezclan los pensamientos con imágenes recientes de las personas que sobreviven frente a Union Station, en Washington, DC.
Son los que ensombrecen esa otra parte de la ciudad que ama a los perros. No tienen camas, ni casa, ni comida, ni perfumes. Se alojan debajo de improvisadas carpas hechas a bases de cajas, bolsas plásticas, carritos de supermercado, periódicos.
Unos andan descalzos. Los hay con miradas demasiado perdidas. Entonces comienza a llover y ellos allí, en medio de aquel parque. Pienso en los perros, en tantos cuidados, y siento que esos humanos sí están solos de todo.
oda/dfm