«La conclusión es que la Casa Blanca trata de crear condiciones para la escalada del conflicto y el aumento de las víctimas entre la población civil», señaló Slutski, presidente del grupo parlamentario del Partido Liberal Demócrata (LDPR), en la red social Telegram.
El 7 de julio el gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, anunció el envío de esos artefactos a Ucrania, lo cual desató una ola de críticas en el propio Congreso norteamericano, además de ser cuestionada por algunos países aliados de Washington, entre ellos Canadá y España.
Slutski dudó que el presidente ucraniano, Vladimir Zelenski, cumpla sus promesas de usar las bombas de racimo solo en el campo de batalla y recordó que hizo las mismas promesas al recibir misiles y lanzacohetes múltiples estadounidenses.
«Washington nuevamente recurre a los crímenes de guerra para alcanzar sus objetivos hegemónicos», denunció.
El líder de LDPR subrayó que los estadounidenses no pueden entender que las bombas de racimo no inclinarán la balanza a favor de Ucrania en el campo de batalla.
Slutski indicó que incluso antes del inicio de la operación militar de Rusia, en febrero de 2022, se documentaron ya ataques ucranianos con bombas de racimo contra los civiles de Donetsk y Lugansk.
Las bombas de racimo, también llamadas «cluster», de dispersión o fragmentación, son lanzadas en caída libre y contienen un dispositivo que al abrirse libera a su vez miles de pequeñas minibombas que se dispersan en un radio de hasta 400 metros.
Rusia lleva a cabo desde febrero de 2022 una operación militar para frenar los bombardeos ucranianos contra los civiles de Donetsk y Lugansk, dos territorios que se independizaron de Ucrania en 2014.
En septiembre de 2022, Donetsk, Lugansk y las regiones ucranianas de Jersón y Zaporozhie se adhirieron a Rusia tras celebrar sendos referendos.
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