Cabe recordar que las principales decisiones de la OTAN se toman por acuerdo de los 31 miembros de ese bloque que en la década de 1990 buscó una justificación para su existencia, tras la desintegración del Pacto de Varsovia, y que ahora intenta presentar nueva cara.
Si la agresión en 1999 contra Yugoslavia fue el estreno de la alianza con acciones fuera de sus fronteras, la participación indirecta en el conflicto en Ucrania buscaría ser pretexto para su presencia global.
La OTAN ya lo intentó con el gobierno del colombiano Iván Duque, al convertir a ese país en una especie de socio en Latinoamérica y ahora intenta hacerlo con Japón, para extender su presencia directa en Asia.
Pero la cumbre este martes en Vilna, Lituania, presenta pruebas para el consenso que debe primar en la agrupación creada en 1949: la inclusión de Suecia, con reticencias de Türkiye y Hungría, y la exigencia hecha por Ucrania de ser parte del bloque, incluso con presentación de amenazas.
La fórmula sería la creación de un instrumento multilateral que anunciarían Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido, para permitir a los miembros de la OTAN asumir compromisos de ayuda directa, financiera o militar, a Ucrania, destacó el Financial Times.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, descartó por ahora el ingreso de la república exsoviética al bloque, aunque si prometió su rearme a toda marcha, comentó la publicación The Conversation.
De hecho, la cumbre de Vilna transcurre bajo la sombra de la polémica decisión de Estados Unidos de suministrar bombas de racimo a Kiev, cuando la propia Casa Blanca consideró el pasado año que, de utilizarlas Rusia, sería un acto de crimen de guerra. Cuando toca a Washington es diferente.
Moscú advirtió que habría una respuesta contundente y consideró la decisión como un acto de impotencia de la Casa Blanca ante el fracaso de la anunciada contraofensiva de Ucrania en su conflicto con Rusia.
El presidente Vladimir Putin anunció el 24 de febrero del pasado año una operación militar para proteger la población de la región sublevada del Donbás, tras lo cual Occidente lanzó una guerra económica contra Rusia y empleó 150 mil millones de dólares para rearmar a Kiev.
A diferencia de Stoltenberg, el país anfitrión de la cumbre, Polonia, Estonia y Letonia estiman que Ucrania debe figurar en la OTAN y tener derecho al quinto capítulo de su acuerdo sobre defensa colectiva.
El asunto de Suecia se agudizó después de un segundo caso de quema de un ejemplar del Corán frente a la embajada de Türkiye en Estambul, lo cual llevó al aumento de las objeciones de Ankara a la entrada sueca.
China es otro de los desafíos que se plantea para la unidad en esta cumbre, pues no todos sus miembros están dispuestos a romper abiertamente con el gigante asiático, tal y como lo exige Estados Unidos.
Las formulaciones del caso chino apenas resisten los argumentos para justificar la “contención” occidental. En la cumbre de Madrid del pasado año, la OTAN opinó que era necesario enfrentar “al desafío sistémico” que supone el auge estratégico de China.
Así, para Occidente, al parecer, resulta totalmente lícito acudir a sanciones o amenazas contra un país que por su desarrollo económico desafió la hegemonía estadounidense, comentan especialistas.
OTROS TEMAS
La publicación digital LisaNews asegura que entre los asuntos a debatir en Vilna durante dos días figura la cooperación en materia de Defensa, el antiterrorismo, el ciberespacio, la evolución de las amenazas globales y el fortalecimiento de la “resiliencia” de la Alianza.
Además, se espera que se aborde la relación de la OTAN con otras organizaciones internacionales y socios clave, señaló el mencionado portal.
Otro asunto importante será la implicación de una ampliación de más de mil 300 kilómetros de la frontera de la OTAN con Rusia con el reciente ingreso de Finlandia y el tema pendiente del gasto de defensa de al menos el dos por ciento del Producto Interno Bruto por todos los miembros.
Las crecientes entregas de armamentos a Ucrania sirvieron de pretexto, además, para hablar de un vacío en los almacenes bélicos de Europa y la necesidad del fomento acelerado de la industria militar regional.
De cualquier forma, la OTAN lidia esta jornada con diferendos, en algunos casos difíciles de resolver, que marcan el desarrollo de sus debates, cuando el mundo parece caminar hacia cambios geoestratégicos globales a los que, una vez más, la alianza quiere adaptarse.
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