Brown, miembro de la Cámara de Representantes por Ohio, reaccionó a los informes de un tiroteo masivo ocurrido en la madrugada de este domingo en la ciudad de Cleveland que dejó nueve heridos.
«Estoy horrorizada por el tiroteo (…) La violencia armada está devastando el noreste de Ohio y los habitantes de Cleveland merecen estar seguros”, dijo.
La Policía está investigando el suceso ocurrido cuando un sospechoso –aun en fuga- abrió fuego la víspera contra un grupo de personas en West 6th y Johnson Court alrededor de las 02:30, hora local.
En una rueda de prensa, el jefe de policía de Cleveland, Wayne Drummond, confirmó que las víctimas, siete hombres y dos mujeres, tenían entre 23 y 38 años. Uno sufrió lesiones de gravedad, pero los demás solo daños leves que no ponen en peligro su vida.
El reporte de este domingo en ese estado del Medio Oeste ocurre cuando al Archivo de la Violencia Armada había notificado tres muertos y 17 heridos por tiroteos en 72 horas en distintos puntos del país.
Paradójicamente, a la par de esta indetenible ola de violencia, aumenta aquí el interés por la compra de armas de fuego.
Cifras recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos advirtieron que las muertes por esos artefactos superaron en número a las causadas por incidentes de tráfico de vehículos motorizados.
El presidente Joe Biden volvió a pedir el pasado 4 de julio terminar con la «epidemia de violencia armada» ante la indetenible ola de homicidios que vive la nación.
Pero esa es una tarea difícil porque tales deseos se oponen a fuertes intereses de defensores del porte de armas de fuego como la Asociación Nacional del Rifle, cuya influencia en Washington logra interferir en cualquier iniciativa.
Los tiroteos se producen en cualquier momento y lugar. Triste récord el de este país el de contar con más artefactos letales en poder de civiles que habitantes.
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