Con textos constitucionales con llamados “artículos pétreos” que impiden la reelección presidencial, la región centroamericana fue y es testigo de eventos donde la voluntad popular no fue escuchada.
Así en junio de 2009, el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, fue sacado del poder por la fuerza de la oligarquía y los militares, por impulsar una consulta popular para modificar los artículos que impedían el continuismo de un gobierno.
En 2017, sin embargo, el hoy preso por narcotráfico Juan Orlando Hernández, se convirtió en el primer presidente de ese país que logró reelegirse con el apoyo de los militares, la oligarquía y un sistema judicial que acomodó a esa aspiración.
Con Zelaya, la Corte Suprema consideró que era ilegal llamar a una consulta popular para habilitar la reelección no inmediata del presidente.
Honduras está tan cerca de El salvador que se puede tocar con la mano, son países fronterizos y comparten en ocasiones problemas muy similares.
Con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, no se da el mismo escenario. El mandatario próximo a cumplir 42 años, transitó por escenarios que le permitieron diseñar un entramado donde la Constitución del país es interpretada de diversas formas por sus afines y por sus opositores.
Un informe de prensa suscrito por Samuel Amaya, un joven periodista salvadoreño, y publicado en el diario Colatino “Nayib Bukele ignora la Constitución y busca la reelección”, toca uno de los temas que es motivo de confrontación en el país pese a que, según sondeos, la aplastante mayoría de la población apoya que el mandatario se presente a reelección.
Bukele irá a las urnas a pesar de que la Constitución se lo prohíbe en al menos seis artículos, la militancia lo ratificó, y podrían perder sus derechos ciudadanos si la Carta Magna se cumpliera, expresó Amaya.
El artículo 75 de la Constitución establece que pierden los derechos de ciudadano “los que suscriban actas, proclamas o adhesiones para promover o apoyar la reelección o continuidad del presidente de la República”.
También, el artículo 88 de la ley suprema del país establece que “la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República es indispensable para el mantenimiento de la forma de Gobierno y sistema político establecidos”.
La Carta Magna establece en el artículo 154 que: “El período presidencial será de cinco años y comenzará y terminará el día primero de junio, sin que la persona que haya ejercido la presidencia pueda continuar en sus funciones ni un día más”.
Señala Amaya que a todo pronóstico, Bukele busca una reelección que a juicio de los oficialistas es legal, debido a una reinterpretación de una Sala de lo Constitucional que el mismo partido del presidente colocó.
En El Salvador, lejos de lo que quiso hacer Zelaya en Honduras, no existió intento de reforma constitucional. Aquí las manijas del poder político, legislativo y militar transitan por un hilo a la Casa Presidencial.
Indudablemente, Bukele y su equipo impusieron las reglas del juego y, si tienen razón o no en su empeño, será el soberano quien decida en las urnas el destino del país. Las encuestas hablan de una victoria aplastante. Recordando a Santo Tomás Apóstol, ver para creer.
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