James Early, quien trabajó por 32 años con el Museo Nacional de Estados Unidos, confesó a Prensa Latina su admiración por Cuba, un país al que considera una parte importante de su vida como para muchos en su generación.
Entendemos bien lo que significan las sanciones de un grande contra un pequeño y “esa resistencia de los cubanos de mantener su autodeterminación y soberanía a pesar de todo es lo que atrae más allá de ideologías”, apuntó Early.
Recientemente, alrededor de 50 economistas y otros expertos en sanciones y política exterior de Estados Unidos cuestionaron los graves perjuicios causados por las medidas coercitivas unilaterales de la Casa Blanca contra Cuba y Venezuela.
El grupo dirigió una carta al senador por Nueva Jersey Robert Menéndez en respuesta a una que él mandara recientemente a los miembros de la Cámara de Representantes.
“Menéndez tiene mucho poder en la política exterior del Congreso estadounidense, ya que preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado”, declaró también a esta agencia de noticias Dan Beeton, director de Comunicación Internacional del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR por su sigla en inglés), con sede en Washington, DC.
Recordó que el legislador “pertenece a una familia de exiliados cubanos, por lo que siempre ha sido muy duro con la política de Estados Unidos hacia Cuba y, en general, con la política de derechas hacia América Latina”.
No es usual –explicó- que un senador estadounidense se encargue de enviar una respuesta no solicitada a una carta de miembros de la Cámara Baja dirigida al Presidente, apuntó Beeton.
“Es una muestra –señaló- del celo de Menéndez por mantener el embargo (bloqueo), y otro ejemplo de la división política entre los demócratas más conservadores, o de la ‘corriente dominante’, y la facción más izquierdista que critica las sanciones y algunas otras políticas de Estados Unidos hacia América Latina”.
DISTRITOS EN LA FRONTERA
El 10 de mayo de este año la congresista Verónica Escobar, cuyo distrito se encuentra en la zona fronteriza de El Paso (Texas), envió una carta al presidente Joe Biden, firmada por otros 20 representantes de la Cámara Baja.
Varios de quienes rubricaron el texto también son de distritos situados en los límites de Estados Unidos con México o cerca de ellos.
En su reclamo, instaron a Biden a levantar las sanciones a Cuba y Venezuela, en parte porque contribuyen a la emigración hacia este país.
La carta recibió una cobertura positiva en el Washington Post, Politico, The New Republic y otros medios de prensa, incluso exfuncionarios de la administración de Barack Obama (2009-2017) han repudiado estas medidas de asfixia, señalando su conexión con la migración.
Justo un día después de la carta del Congreso, el senador Menéndez publicó una réplica en la que se opuso a las peticiones de revertir las sanciones contra Cuba y Venezuela, porque eso solo traicionaría «nuestros valores democráticos (…) Tal enfoque no haría nada para resolver los factores subyacentes que impulsan estas crisis…»
En febrero pasado, al término del Discurso sobre el Estado de la Unión, Biden saludó a miembros del Congreso y los micrófonos captaron un inusual intercambio.
“Bob, tengo que hablar contigo sobre Cuba», expresó Biden al legislador cubanoamericano opuesto a cualquier recomposición de los nexos.
«Ok, de acuerdo», respondió y como pareció algo confundido el presidente insistió: «Estoy hablando en serio».
¿UN PRESIDENTE MAL ASESORADO?
Biden era el vice, cuando Barack Obama (2009-2017) se percató de que las políticas del garrote no habían resultado y decidió cambiar de saco, aunque el objetivo siguió siendo el mismo, solo que en lugar de palos dieron zanahorias.
Se reabrieron embajadas en Washington y La Habana el 20 de julio de 2015, se firmaron más de una veintena de acuerdos favorables, por supuesto, a uno y otro lado, y hubo un respeto dentro de las diferencias. Se podía hablar entre las partes.
Muchos imaginaron que la entrada de Biden en la blanca mansión del 1600 en la Avenida Pensilvania traería consigo una rectificación del camino para dejar a un lado cuatro años tóxicos de la administración de Donald Trump que significaron, a fin de cuentas, más nudos a la soga.
Trump adoptó 243 medidas restrictivas contra el pueblo cubano, muchas de ellas en medio de una pandemia que paralizó el mundo y agudizó las crisis.
Pero los cubanos se crecieron ante tantas adversidades y no hubo colapso, cuando algunos lo auguraron.
Biden, al parecer, pasó la página de lo sucedido en la Casa Blanca de Obama y mantuvo (hasta ahora), en lo esencial, la misma línea trazada por Trump.
Este año se cumplen dos siglos desde que Estados Unidos declaró que toda América Latina y el Caribe estaban, de facto, dentro de su esfera de influencia.
El 2 de diciembre de 1823, el presidente James Monroe dio un discurso que daría pie a lo que se conoce como la Doctrina Monroe, utilizada para justificar invasiones, intervenciones y cambios de régimen en América Latina y el Caribe.
Para el senador Bernie Sanders –que no es un socialista- Estados Unidos asume una postura hipócrita al insistir en que como nación no aceptan el principio de esferas de influencia, cuando en los últimos 200 años ha operado bajo la Doctrina Monroe.
Bajo ese precepto, Estados Unidos tiene el derecho de intervenir contra cualquier país que pudiera amenazar “nuestros supuestos intereses”, señaló el legislador independiente de Vermont.
“Esa es la política de Estados Unidos. Y bajo esta doctrina, Estados Unidos ha socavado y derrocado al menos a una docena de Gobiernos en toda América Latina, Centroamérica y el Caribe”, enfatizó.
RECORDAR LOS COMPROMISOS
Casi a punto de otras elecciones (las de 2024) continúa Biden sin cumplir sus promesas electorales de 2020 respecto a Cuba.
“Yo lo vi, a mí nadie me lo contó. Biden dijo en Miami que si lograba la presidencia revertiría todas esas políticas de su antecesor contra Cuba”, expresó hace poco Elena Freyre, presidenta de la Coalición Alianza Martiana a esta reportera.
Sin embargo, el cuartico está igualito, como señala un refrán. Más allá de anuncios sobre visas o remesas, se mantienen las mismas tenazas de un bloqueo económico, comercial y financiero que califica como el más largo de la historia contra país alguno.
Pese a que cada año recibe el rechazo casi unánime de la comunidad internacional esa política de estrangulamiento la sostienen gobiernos demócratas y republicanos hace más de seis décadas.
Dicen algunos pocos que vociferan por ahí en ciertas fechas, que quieren ayudar al pueblo cubano y piden más restricciones, más cerco. Es triste.
Ante aquellos me quedo con las imágenes de los que aplican la estrategia del suma y multiplica, recorren kilómetros de costa a costa, compran y recolectan para aliviar carencias.
Es que se está con el bien o el mal, sin términos medios. Y en esta pelea, paso a paso, el amor, al sacar cuentas, pasa por encima al odio.
jha/dfm