En una emotiva velada para rememorar el 50 aniversario del golpe de estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973, Serrat y Garzón recibieron las medallas alegóricas a la fecha de manos del mandatario del país sudamericano Gabriel Boric.
La Junta Militar vetó al notable músico catalán de 1973 a 1990. Intenté hacer un concierto favorable al NO en el plebiscito de 1988, pero tampoco pudo ser, confesó Serrat en una conversación amena con Boric.
El dignatario chileno le confesó que cuando tenía cinco años enfadó mucho a su padre al grabar un video de las Tortugas Ninjas encima de un concierto del autor de Mediterráneo.
Entonces no lo conocía, no tenía idea; ahora, querido Joan Manuel, no se me ocurriría hacer algo así, dijo Boric arrancando risas en el auditorio Gabriela Mistral de Casa de América.
Decenas de gestos y palabras llenas de mensajes, como el que antes había lanzado el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero del intérprete de Aquellas pequeñas cosas, a quien denominó ‘padre fundador de la poesía española hecha música’.
‘Serrat ha sido todo para nuestra vida, para nuestra juventud, para nuestra alegría, para nuestra forma de entender el mundo’, dijo Zapatero.
Mientras, a sus 79 años y ya retirado de la escena, la eterna voz de Penélope, Para la libertad, Cantares, La mujer que yo quiero (…), detallaba el crecimiento de su amor por Chile a lo largo de los años y su admiración por Víctor Jara y Violeta Parra.
Matizado por algunos toques de humor, pero también de solemnidad en referencia a los desaparecidos, el encuentro puso acento cultural con algunas emblemáticas canciones con referencia directa a Jara, masacrado por la dictadura pinochetista con 44 balazos tras ser torturado.
Para ello se escucharon las interpretaciones del dúo chileno-español de Emilia y Pablo, y del cantautor español Ismael Serrano, quien hizo un guiño a Serrat con Lucía, y una hermosa versión de Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara.
Conducido por la actriz y cantante Francisca Gavilán (Violeta se fue a los cielos), también sirvió para el reconocimiento al otrora juez andaluz Baltasar Garzón, célebre por haber ordenado la detención de Pinochet en Londres en octubre de 1998.
De la justicia siempre quedan consecuencias y sale algo, a veces no lo más apropiado, pero hay que seguir intentándolo, declaró Garzón visiblemente emocionado.
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