Según el estudio de la organización que monitorea la opinión sobre los países de la región, el 84 por ciento de la población ecuatoriana desaprueba la gestión del gobierno que encabeza Lasso.
El informe de Latinobarómetro detalló que el jefe de Estado se encuentra en el último lugar entre 17 presidentes latinoamericanos.
Lasso, completó dos años en el poder el pasado 24 de mayo y pronto dirá adiós al cargo en medio de turbulencias políticas, ola de violencia, inseguridad, escándalos de corrupción y críticas por sus medidas neoliberales.
El banquero conservador llegó al Palacio de Carondelet con el 52 por ciento de los votos frente a su adversario de izquierda, Andrés Arauz, y fue elegido a pesar de promover un programa económico neoliberal con la promesa de una campaña de vacunación contra la Covid-19.
Tras haber disfrutado altas tasas de aprobación debido a la inmunización, su Gobierno comenzó a ir cuesta abajo, con un descenso de la popularidad como consecuencia de los problemas que afectan a la ciudadanía y los enfrentamientos con el legislativo, dominado por la oposición.
El más reciente episodio de la crisis política tuvo lugar el pasado 17 de mayo, cuando el mandatario decidió disolver la Asamblea Nacional (Parlamento) con un proceso conocido como «muerte cruzada», bajo el argumento de que existía en el país una «grave conmoción interna».
Con ese mecanismo, introducido en la Constitución de 2008 y nunca utilizado hasta ahora, el gobernante puso fin al mandato de los asambleístas y pidió convocar a elecciones generales anticipadas.
Entretanto, las miradas están puesta ahora más que en el actual jefe del Ejecutivo, en su reemplazo, que deberá recuperar la nación ante el desastre social que el banquero deja como herencia.
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