El diplomático subrayó que Moscú desplegó esas armas «en respuesta a una política de desestabilización nuclear que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) venían aplicando desde hace años, y a los cambios que han tenido lugar últimamente en campos clave para la seguridad europea».
Es una medida forzosa, de disuasión, para garantizar la seguridad del Estado de la Unión (Rusia y Belarús) que tiene un espacio de defensa común, como es sabido, agregó.
En este contexto, una retirada hipotética de las armas nucleares tácticas de Rusia desde el territorio belaruso será posible solo si Washington y sus aliados abandonan su política destructiva, que consiste en socavar intencionalmente la seguridad de Rusia y Belarús, destacó Polischuk.
El pasado 25 de marzo, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció que Moscú y Minsk acordaron el despliegue de armas nucleares tácticas rusas en Bielorrusia, sin violar los compromisos internacionales.
Según el líder ruso, no se trata de un traspaso de armas nucleares a Belarús, lo que supondría una violación del Tratado sobre la No Proliferación, sino de su emplazamiento.
Además, recordó que Estados Unidos lleva años emplazando armas nucleares en diversos países en el marco de la OTAN, entre ellos Alemania, Bélgica, Italia, Países Bajos y Türkiye.
En junio pasado, Putin comunicó que las primeras ojivas nucleares rusas ya están en el territorio belaruso y que las demás serán trasladadas en lo que resta de 2023.
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