En tal sentido la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) aseguran que con un mayor apoyo se puede avanzar en este frente para mejorar las estadísticas.
Ambos organismos coinciden en que las tasas de lactancia materna disminuyen significativamente cuando las mujeres se reincorporan al trabajo, y ese impacto negativo puede revertirse cuando en los centros laborales facilitan que ellas sigan amamantando a sus bebés.
Políticas como el permiso de maternidad retribuido, las pausas para la lactancia y una sala donde las madres puedan dar el pecho o extraerse leche beneficia las mujeres trabajadoras y a los empleadores.
Estos últimos no sufren el absentismo relacionado, mantienen a las obreras en su puesto y reducen los costes de contratación y formación de nuevo personal.
La lactancia materna es una acción fundamental para la supervivencia y desarrollo del bebé, y lo protege de enfermedades infecciosas comunes al tiempo que refuerza el sistema inmunitario.
Los niños que no son amamantados tienen 14 veces más probabilidades de morir antes de cumplir un año que los alimentados exclusivamente con leche materna, resaltan la OMS y la Unicef.
ro/joe