Si el pulseo entre el conservador Partido Popular (PP) y sus aliados de derecha, con los socialistas y la izquierda en general es intenso, el caso Rubiales dio un giro inesperado cuando todos esperaban su dimisión este viernes como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).
“¿Un pico (beso) consentido es para sacarme de aquí? Agradezco estar en España para poder defenderme. Voy a defenderme y quien me conoce sabe que voy a llegar hasta el final’, declaró en una Asamblea emergente que convocó para analizar el tema de sus actuaciones al cierre de la Copa Mundial femenina ganada por España.
Va para largo. El todavía mandamás del balompié español se atrincheró con una actitud desafiante y prometió entrar en un campo de batalla a través de la justicia. Logró, entre otros, respaldos significativos como de Luis Enrique Martínez, quien fuera entrenador de la Roja bajo mandato de Rubiales.
El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, adelantó que el Gobierno presentará ‘una denuncia frente al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) calificando la actuación del Sr. Rubiales como muy grave’.
Si TAD estima ha lugar la denuncia, se podrá ‘pedir la suspensión provisional del cargo del presidente de la RFEF hasta que acabe la tramitación del expediente’, apuntó Iceta.
‘Una sociedad como la española que ha tomado con fuerza la bandera de la igualdad, la bandera de la promoción, de la presencia de las mujeres en el deporte, no puede asistir impasible a la vulneración de esos derechos y de esa imagen que debe tener el deporte femenino’, sentenció.
La vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, y la ministra de Igualda, Irene Montero, criticaron duramente lo sucedido en la Asamblea de la RFEF y consideraron que la Fiscalía y el Consejo Superior del Deporte, deben actuar para proteger a la jugadora (Jenni Hermoso), decir no al machismo y garantizar el derecho a la libertad sexual.
Por su parte, el campeón mundial de Sudáfrica 2010 y guardameta titular entonces, Iker Casillas, comentó que “tendríamos que estar estos cinco días hablando de nuestras chicas! De la alegría que nos dieron a todos! De presumir de un título que no teníamos en el fútbol femenino, pero…».
España conquistó por primera vez en la historia la Copa Mundial de balompié en la categoría femenina el pasado domingo en Australia, pero desde entonces un tema en paralelo le restó protagonismo. El beso forzado que dio en la boca a una jugadora se convirtió en un gran escándalo público.
En un arranque de euforia, Rubiales besó en la boca a la delantera Jenni Hermoso en la ceremonia de premiación de la Copa Mundial que concluyó en Sídney el pasado domingo, sin consentimiento mutuo, vale decir.
El asunto fue tomando mayores dimensiones con repercusiones también a nivel internacional. En el plano interno, la clase política española dictó sentencia, empezando por el presidente en funciones del Gobierno, Pedro Sánchez, quien señaló que las disculpas ofrecidas por Rubiales son “insuficientes y que tiene que continuar dando pasos”.
Las palabras del jefe del Gobierno fueron interpretadas como una sugerencia imperativa hacia la dimisión el directivo, una figura bastante controvertida que añadió más leña al fuego con un video poco convincente pidiendo perdón por su acto.
“Lo que vimos fue un gesto inaceptable. Creo que las disculpas que ha dado no son suficientes, hasta incluso creo que no son adecuadas y que por tanto tiene que continuar dando pasos para aclarar lo que vimos todos”, remarcó.
Sin embargo, todo lo dicho incluso por clubes, jugadores y hasta un expediente abierto a Rubiales por la FIFA, de momento no terminó de desenredar el caso.
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