De forma simbólica y con el único propósito de recrear la historia, además de pasarla muy bien, Ribadavia disfruta de jornadas de Interés Turístico Nacional, asomándose al medioevo en su barrio judío y como moneda única de valor real, los maravedíes.
Llegan a cambiarse más de 200 mil euros por maravedíes, uno por uno, y la pequeña población de la comarca de Ribeiro, famosa por sus vinos, especialmente los blancos, se transforma con la presencia de hasta 35 mil personas, comentó a Prensa Latina su joven alcalde, César Fernández Gil.
Un día antes de la gran fecha, la preparación salta a la vista y en avance el pulpo a la gallega es más que nunca el platillo favorito, además de los honores a vinos de Ribeiro y la emblemática cerveza Estrella de Galicia.
Vestimentas de los años 1600 son la primera señal de toda la ciudad apelando a una suerte de máquina del tiempo. La idea es reproducir el fin de semana la vida de la Edad Media con sus mercadillos, artesanía, actuaciones callejeras, bailes, cenas, obras de teatro con su célebre barrio judío en el centro del protagonismo y las ruinas del Castillo de los Sarmiento.
Sin demasiada parafernalia, en los prolegómenos del evento, Ribadavia desliza las bondades de una zona apacible bañada por los ríos Miño y Avia. La altitud oscila entre los 426 metros (As Picoñas) y los 80 metros a orillas del Miño.
El comienzo de la Festa da Istoria es anunciado por un pregonero, que marca el desfile por la calle principal. En medio de todo el júbilo por el momento quizás más sublime de la urbe en el año, además del bien ganado prestigio de los vinos de Galicia y en particular de O Ribeiro, también están varios sitios de aguas termales que refuerzan el atractivo de la zona.
Las Termas de Prexigueiro destaca, como reza en su promoción, un auténtico circuito japonés, con cinco piscinas con diferentes temperaturas del agua, un spa y dos piletas de agua fría. Apenas un aperitivo de lo que vendrá con la Festa da Istoria.
Se representan tres partidas de ajedrez con piezas vivientes vestidas de época, llega una boda judía tradicional organizada por el Centro de Estudios Medievales y un baile medieval.
En paralelo, se hacen demostraciones de cetrería, arte de caza en el que se emplean halcones y otras aves rapaces para capturar las presas; tiro con arco y torneo medieval, con la participación de los mejores arqueros de Galicia.
Pero, como ya nos adelantó el alcalde Fernández Gil, “hay que vivirlo, es un acontecimiento sin parangón que cada vez cobra más interés nacional e internacionalmente”.
En un plano más discreto, siempre dispuesto, parapetado detrás del conocimiento y la sabiduría, Antonio Miguez Amil, un soñador gallego, experto turístico, también con una exitosa carrera como viticultor, reflexionó con Prensa Latina acerca de los lazos indisolubles que existen entre el idioma portugués y el galego, que el nombre original de esta lengua.
A todas luces, el galego fue primero que el portugués, sin embargo, en un momento dado ambas lenguas comenzaron a distanciarse y con la demarcación de fronteras igualmente se reconocieron a las dos formas de expresión.
Ultimamente, los historiadores comenzaron a profundizar en lo que parece una realidad incontestable: Galicia y Portugal tienen mucho más en común de lo que parece y el idioma y, curiosamente, el vino blanco, entre otras bellezas, se acercan en sus denominadores comunes.
mgt/ft