El número de estos animales aumenta en la parte oriental de la isla, en áreas como como Newfield y Bethesda, lo cual plantea un desafío a los agricultores locales.
Informes de la zona registran daños importantes en los sembrados, pues los mamíferos obligan a algunos campesinos a modificar su selección de cultivos.
Como los monos son una especie invasora, no tienen depredadores naturales y alcanzan mucha descendencia en poco tiempo. Nos conviene hacer lo posible para que la población no aumente, dijo el embajador Lionel Hurst, jefe de Gabinete de la Oficina del Primer Ministro.
El Gabinete confió al Ministerio de Agricultura la labor de colaborar con otras entidades para lograr el control demográfico de los mamíferos.
Si bien la intención es gestionar la población de monos verdes, la metodología específica para realizarlo continúa bajo análisis.
El embajador Hurst descartó un envenenamiento, por posibles daños colaterales a otros animales salvajes.
Sabemos que podemos utilizar algunas trampas, pero tenemos en cuenta que los monos son criaturas muy inteligentes, y tienen sentimientos, dijo.
Originarios del sur y este de África, los monos verdes se distinguen por sus cuerpos marrones y rasgos faciales negros con detalles en blanco.
En otros lugares del Caribe, especialmente en San Cristóbal y Barbados, son plagas que asaltan también las granjas de los agricultores y destruyen cultivos destinados al consumo humano.
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