En el diálogo, la parte china subrayó que la cooperación comercial no es solo beneficiosa para los dos países, sino también para todo el mundo.
Raimondo, quien arribó el pasado domingo al gigante asiático, comentó que hay áreas de preocupación global como el cambio climático, la inteligencia artificial, la crisis del fentanilo, en las que ambos podían trabajar de conjunto para su resolución.
Durante esta jornada la funcionaria norteamericana también dialogó con el ministro de Cultura y Turismo de China, Hu Heping, y según su agenda, debe salir para Shanghai donde sostendrá otros encuentros con autoridades y empresarios.
Luego del encuentro con el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, Beijing y Washington anunciaron nuevos canales de comunicación para resolver las diferencias económicas.
Además, crearon un grupo de trabajo compuesto por funcionarios gubernamentales a nivel de viceministros y representantes del sector empresarial con el fin de buscar soluciones para asuntos de negocios específicos.
Este equipo de trabajo sostendrá encuentros dos veces al año, mientras que Wang y su homóloga norteamericana acordaron reunirse al menos una vez al año.
Asimismo, las dos partes pusieron en marcha un mecanismo de intercambio de información sobre controles de exportación, el cual funcionará de conformidad con sus respectivas leyes.
Beijing y Washington acordaron además que expertos de ambos países sostengan consultas técnicas sobre la protección de secretos comerciales y de la información empresarial confidencial durante el proceso de mejora de licencias administrativas.
Wang subrayó a Raimondo que el comercio bilateral es la piedra angular de los nexos entre ambas naciones e influye en la economía global.
El titular expresó la preocupación por asuntos como los aranceles de Estados Unidos sobre productos chinos, sus políticas acerca de semiconductores, las restricciones a la inversión en ambos sentidos, los subsidios discriminatorios y las sanciones a las empresas chinas.
Las relaciones entre Beijing y Washington están en el peor momento de su historia debido a la guerra económica de Estados Unidos y su interferencia en asuntos internos como la cuestión de Taiwán.
Actualmente el país norteamericano mantiene restricciones a 27 empresas chinas y una orden de la Casa Blanca limitó aún más las inversiones en los sectores de semiconductores y microelectrónica, tecnología de información cuántica e inteligencia artificial en el gigante asiático.
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