Pese a no contar con datos precisos, Bonzi señaló que la demanda de ayuda alimentaria se triplicó en los últimos diez años, y aseguró que de no existir organizaciones humanitarias con una fuerte implantación territorial, encargadas de distribuir productos básicos, “bien podría haber revueltas por la comida”.
Entre los sectores sociales que en los últimos años vieron empeorar su situación se encuentran los ancianos que no pueden hacer frente al aumento de los gastos y también trabajadores pobres que para poder sufragar un alojamiento tienen que renunciar a poder comer.
Bonzi, adscrita al Laboratorio de Antropología de Instituciones y Organizaciones Sociales (Laios), recordó también que un buen número de jóvenes estudiantes que no tenían acceso más que a trabajos ocasionales pasaron a situarse en el umbral de la pobreza durante la crisis sanitaria del Covid-19.
La investigadora denunció que detrás de esta crisis alimentaria se encuentran importantes empresas del sistema agroindustrial que “han desarrollado un mercado del hambre” y que se benefician de leyes y exenciones fiscales que les permiten “desarrollar todo un mercado para suministrar productos muy baratos y de calidad insuficiente, contribuyendo a la sobreproducción agrícola”.
El resultado es que “se distribuyen principalmente productos de la gama más barata posible, artículos que no se vendieron y no se pueden vender, y para los beneficiarios de las ayudas esto supone una variable de ajuste encargada de absorber los excedentes de producción y permitir las deducciones fiscales”, explicó.
Para Bonzi el derecho a la alimentación “no está garantizado en absoluto en Francia”y “la violencia del sistema alimentario es estructural y se hace sentir en todas las etapas de la ayuda alimentaria, crea enormes desigualdades, con consecuencias para la salud física y mental de las personas que reciben la ayuda”, aseguró.
Por todo ello, reclamó una transformación de todo el sistema alimentario, incluido el sistema agrícola, de un extremo a otro de la cadena, lo que en su opinión significa “sacar los alimentos del mercado y llevarlos a la democracia, socializar los alimentos y proteger a las personas de los excesos del sistema agroindustrial”, aseveró.
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