Ya es hora de renovar las instituciones multilaterales basadas en los principios económicos y sociales del siglo XXI, aseguró.
El planeta necesita realidades políticas arraigadas en la equidad, la solidaridad y la universalidad, a tono con los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional.
Eso significa reformar el Consejo de Seguridad, rediseñar la arquitectura financiera internacional para que sea verdaderamente universal y sirva como red de seguridad global para los países en desarrollo en problemas.
«No me hago ilusiones. Las reformas son una cuestión de poder», reconoció.
A juicio del titular de ONU, la alternativa a una mayor fragmentación es esa reforma necesaria.
Al mismo tiempo, añadió, las divisiones se amplian dentro de los países con la democracia amenazada y el autoritarismo está en marcha.
«Las desigualdades son crecientes y el discurso de odio va en aumento, frente a todos estos desafíos y más, el compromiso se ha convertido en una mala palabra», adviritió el alto representante.
El titular de ONU alertó del agravamiento de viejas tensiones mientras surgen nuevos riesgos como la proliferación de armas nucleares, la fragmentación política cada vez más evidente en los golpes de estado en África, así como el desplazamiento y la violencia de poblaciones.
Haití es hoy abrumado por la violencia de las pandillas y todavía espera apoyo internacional mientras que en Afganistán, un asombroso 70 por ciento de la población necesita ayuda humanitaria para los derechos de mujeres y niñas negados sistemáticamente.
En Oriente Medio, añadió, aumenta la violencia y el derramamiento de sangre en los territorios de Palestina ocupada, que cobra un precio terrible entre los civiles.
Las acciones unilaterales se están intensificando y socavando la posibilidad de una alianza de dos estados; el único camino hacia una paz y seguridad duraderas para los palestinos e israelíes, insistió.
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