El Partido Popular Socialista, el Movimiento Comunista, el Congreso de la soberanía, y el Grupo de Reflexión de América Latina y el Caribe integrado por representantes de ocho países del área, emitieron sendos comunicados en los que condenan el inaceptable hecho y exigen al gobierno de Estados Unidos investigarlo y castigar a los responsables.
Después de relatar el execrable hecho, responsabilizan de esas acciones al gobierno de Estados Unidos por su política agresiva contra Cuba como se demuestra con la permanencia del bloqueo económico, comercial y financiero hace más de 60 años, y su obcecación de mantenerla en una lista espuria de países que patrocinan el terrorismo cuando el pueblo cubano es una víctima.
Si es que hicieran falta pruebas de esto último, señalan, este atentado es más que suficiente para ello, pues es una expresión de que precisamente el terrorismo se ensaña contra Cuba por la tolerancia de la Casa Blanca de cobijar y proteger a esos grupos criminales radicados en su territorio, bajo sus propias leyes que violan flagrantemente y, peor aún, son estimulados por su política anticubana.
Señalan que el lanzamiento de cocteles Molotov contra la embajada en Washington no es un hecho aislado, pues ya en el 2020 un caso similar fue realizado mediante disparos por fusil de asalto contra la sede diplomática y hasta el día de hoy el agresor no ha sido sentenciado y no se ha calificado el atentado como un acto de terrorismo.
Cuba a lo largo de su proceso revolucionario ha sido víctima del terrorismo impulsado y financiado desde el imperialismo, con un saldo trágico de tres mil 400 muertes y tres mil lesionados, recuerdan.
Según datos oficiales, añaden, al menos 581 actos de terrorismo se produjeron contra representaciones diplomáticas de Cuba desde el triunfo de la Revolución, en enero de 1959.
Agregan finalmente que el atentado ocurrió horas después del regreso del presidente Miguel Díaz-Canel a La Habana desde Nueva York, luego de una exitosa presentación del posicionamiento político derivado de la reunión del G77 y China en la sesión de apertura del 78 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Allí el mandatario cubano demostró, sin dejar ningún lugar a dudas, la criminalidad, arrogancia, obsolescencia e irracionalidad de la política imperialista sustentada en la imposición de sanciones unilaterales y bloqueos económicos.
Abogó enfáticamente, con el apoyo mayoritario de las representaciones acreditadas en el máximo organismo de la diplomacia internacional, por la paz, el desarrollo equilibrado, la mutua cooperación y la creación de un nuevo orden mundial multipolar, basado en relaciones justas, democráticas y respetuosas de la soberanía de todas las naciones.
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