«Debe investigarse con rigurosidad. Segunda vez que es víctima del terrorismo y hasta hoy con total impunidad. Nuestros pensamientos están con el personal de la Embajada y sus familias», expresó este foro político y académico integrado por representantes de la izquierda latinoamericana y europea.
Por su parte, el expresidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998), quien es fundador de este espacio de concertación, aseveró que el acto terrorista contra la Embajada de La Habana en Washington demuestra que Cuba no es victimario sino víctima del terrorismo.
«El presidente Biden podría aprovechar este lamentable evento para sacar a Cuba de la lista de países terroristas donde la incluyó por ayudar a La Paz de Colombia», alertó el exgobernante.
De esa forma, el Grupo de Puebla se suma a cientos de miles de voces en el mundo que condenan este nuevo acto terrorista contra la embajada de Cuba en Estados Unidos.
El hecho ocurrió en la noche del pasado domingo y aunque no provocó daños al personal que se encontraba en la sede, resulta un ataque terrorista que viola las leyes internacionales en materia de diplomacia.
A solicitud de la misión cubana, oficiales del Servicio Secreto estadounidense se presentaron en la embajada y tuvieron acceso a sus instalaciones para constatar la acción violenta perpetrada.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, los grupos anticubanos acuden al terrorismo ante la bancarrota moral de su odio contra Cuba y la impunidad que creen disfrutar.
De manera regular, en los intercambios oficiales que sostiene la embajada con el Departamento de Estado, se ha alertado que la conducta permisiva de las agencias de cumplimiento de la ley de los Estados Unidos frente acciones violentas pueden estimular la comisión de hechos de esta naturaleza, detalla una declaración de la cancillería.
Este es el segundo ataque violento contra la sede diplomática cubana en Washington, desde abril de 2020.
En aquella ocasión, un individuo de origen cubano, parado en plena calle de la capital estadounidense y haciendo uso de un fusil de asalto, disparó en ráfaga treinta cartuchos contra el edificio.
Aunque no hubo lesiones al personal que se encontraba dentro del edificio, el ataque provocó perjuicios materiales de consideración.
Al cabo de tres años, el comisor del hecho aún espera ser juzgado y el gobierno de Estados Unidos ha rehusado calificar dicha acción como un acto terrorista.
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