A menos que fracase una compleja y escabrosa etapa de negociaciones, el presidente del Gobierno en funciones proyecta continuar en el Palacio de la Moncloa, y de lo contrario habrá convocatoria a nuevas elecciones generales el 14 de enero de 2024.
Tras consumarse la doble derrota de la derecha en su propuesta de investidura presidencial ante el Congreso de los Diputados, su presidenta, Francina Armengol, anunció que este mismo viernes informará al rey Felipe VI los resultados de lo ocurrido.
Es previsible que el monarca convoque a líderes de los grupos parlamentarios y, en este caso, será Sánchez, en calidad de líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), la figura designada para volver a las Cortes Generales y tratar de conseguir los apoyos para continuar en la Moncloa.
Aunque los socialistas y sus aliados de izquierda insistieron en que buscarán negociaciones rápidas, el tema de Cataluña es uno de los obstáculos más difíciles que tendrá por las ansias independentistas de dos formaciones, Esquerra Republicana y Junts.
Sánchez tendrá que lograr acuerdos para ir al dictamen parlamentario antes del 27 de noviembre, por lo cual dispone de más de un mes de conversaciones. Sin embargo, ni el PSOE ni su socio Sumar (alianza de varios partidos de izquierda), quieren extender demasiado los plazos.
Quedó claro en el naufragio de Alberto Núñez Feijóo, el presidente del conservador Partido Popular (PP), su rechazo a abstenerse para que Sánchez gobierne sin los votos del independentismo catalán y reclamó que España vaya a una repetición electoral antes que aprobar una amnistía para los implicados en el intento secesionista en Cataluña de 2017.
Sí creo que hemos dado una seguridad y una esperanza, la seguridad de que hay una fuerza política, la más numerosa, que defiende los valores que la mayoría de los españoles comparten, remarcó en la línea promovida por su organización, su empuje y liderazgo a futuro.
Sánchez cuenta con los 121 escaños de su partido y los 31 del grupo de Sumar, y da por hecho el espaldarazo de Bildu y PNV, del País Vasco; y BNG, de Galicia, pero necesita de los separatistas catalanes (Junts, principalmente, y Esquerra Republicana).
El traspiés de Feijóo y el PP en general, si bien ahora se dio por hecho, fue en realidad una sorpresa porque tenía las encuestas a favor y parecía que en los comicios generales de julio pasado ganaría con mayoría absoluta o cerca.
Su aliado más fiel, el ultraderechista Vox, le cedió sus 33 escaños, insuficientes para imponerse incluso con el favor de UPN, de Navarra, y Coalición Canaria.
La derecha perdió por segunda vez en la semana su intento de investidura presidencial en España, al ser rechazada hoy por mayoría en el Congreso de los Diputados.
Aunque ya era ostensible el revés de Feijóo con 172 sufragios a favor y 177 en contra, el error de un parlamentario de Junts por Cataluña, Eduard Pujol, se convirtió en una inútil manzana de la discordia.
Pujol dijo Sí cuando fue nombrado y al darse cuenta de su equivocación rectificó con un No. Sin embargo, la secretaria en funciones en ese momento, del PP, no aceptó el cambio del voto.
Al final, luego de un extenso debate entre los miembros de la Mesa Directiva de la Cámara Baja, su presidenta, Francina Armengol, informó que el conteo sería de 172 a favor, 177 en contra y un sufragio nulo, algo que no satisfizo al equipo de Feijóo.
El martes pasado tampoco logró triunfar, con 172 a favor, 178 en contra, requería mayoría absoluta y esta vez la decisión era por mayoría simple (síes y noes).
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