En este momento, el Capitolio ofrece un escenario penoso: los republicanos de la Cámara de Representantes luchando entre sí, mientras en el Senado avanza un plan bipartidista que prometen torpedear.
Los senadores están listos para votar la tarde de este sábado la iniciativa de un proyecto de ley, que financiaría el Gobierno hasta el 17 de noviembre e incluiría seis mil 150 millones de dólares para el apoyo (indeclinable) a Ucrania y unos seis mil millones para ayuda en casos de desastre.
Sin embargo, el legislador por Kentucky, Rand Paul, ya anticipó que dilatará la consideración de esa propuesta el mayor tiempo posible si contiene el dinero para Ucrania.
A juicio suyo, lo único que se aprobaría en ambas cámaras del Legislativo será una iniciativa que no lleve la percha para Kiev.
Por su parte, el presidente de la Cámara Baja, Kevin McCarthy, que se niega a trabajar con los demócratas de ese órgano, no ha podido aprobar un recurso provisional de financiación gubernamental solo con votos republicanos, porque un pequeño grupo de conservadores se ha negado a aceptar su estrategia de gasto.
La víspera, McCarthy sufrió otro revés cuando 21 de sus colegas votaron con los demócratas para derrotar una propuesta redactada por el Partido Republicano para financiar el Gobierno hasta el 31 de octubre, pero que implementaría fuertes recortes al gasto federal con excepción de los Departamentos de Defensa, Asuntos de Veteranos y de Seguridad Nacional.
Ese fue el más reciente intento fallido por lograr la resolución continua (para que siga funcionando el Gobierno) en la Cámara Baja.
“Si mañana hay un cierre del Gobierno será un caos para todos”, comentó una colega a Prensa Latina.
El shutdown paralizaría el acceso a los parques nacionales; los empleados federales que se consideren esenciales deberán trabajar sin recibir pago, mientras que el resto estará suspendido.
Los controladores federales de tráfico aéreo trabajarían sin retribución, al igual que los agentes de seguridad del transporte, y proyectos de recuperación a largo plazo serían retrasados, según la Casa Blanca.
Además, los Institutos Nacionales de Salud no podrían iniciar nuevos ensayos clínicos; se interrumpirían las solicitudes de los seguros del Medicare y Medicaid, y se dejarían de procesar préstamos para las pequeñas empresas, entre otras afectaciones.
En la mayor democracia del mundo –como ellos mismos se autotitulan- los miembros que integran el selecto club del Capitolio que, se supone, representen a los estadounidenses, discuten, debaten y no hallan un punto común por el bien del país.
Al menos por 21 ocasiones ocurrieron los cierres del Gobierno en Estados Unidos desde 1976, el más largo fue en 2019 durante la administración del entonces presidente Donald Trump. El shutdown se extendió por 34 días y la razón fue la de siempre: falta de acuerdo.
En aquel momento la Cámara de Representantes la dominaban los demócratas y el impacto económico fue de unos 11 mil millones de dólares, señalan cifras oficiales.
A lo largo de la historia, la mayoría de esos cierres se produjeron en un contexto de gobierno dividido, en el cual la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso no están en manos del mismo partido, como ahora.
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