Avances de la exposición conocidos hoy por la prensa en torno a la invitación a adentrarse en obras icónicas de la Edad Media que permiten mirar sin prejuicios una época de difícil convivencia entre los cristianos y los judíos.
Será abierta al público desde el 10 de octubre hasta el 14 de enero próximos y en sus 71 obras que abarcan pintura, escultura, orfebrería, miniatura y grabado, los salones del Prado intentan resumir los nexos entre cristianos, judíos y conversos entre 1285 y 1492.
Muchas de las imágenes tienen un sello de propaganda utilizada por los cristianos para construir su identidad.
‘Es una exposición que nos habla de fronteras, de intolerancia y convivencia; que invita a mirar a nuestro pasado y a una forma de construir una identidad’, comentó Joan Molina, comisario de la exposición.
La muestra señala su hilo conductor con ‘Auto de fe’ (1475), de Pedro Berruguete, encargado por Tomás de Torquemada para el Monasterio de Santo Tomás de Ávila, una de las sedes de la Inquisición, un detalle claramente propagandístico.
“(…) esa idea de ‘espejo’ (que era el retrato de la época) surge de imágenes para construir identidades y alteridades”, explicó Molina.
Dividida en cinco secciones, aborda dos siglos en los cuales aparecen distintas piezas para hablar de la relación entre clases sociales en la Edad Media. Imágenes devocionales milagrosas, de conversión, satíricas o populares recorren la sala C del edificio de los Jerónimos.
‘Retratos nada asépticos, porque toda imagen incorpora una forma de ver. Esta manera de mirar cristina al mundo judío no tiene nada que ver con una exposición dedicada a Sefarad, sino a particularidades que afectan a la mirada sobre el judío y sobre todo al converso, por las sospechas que se extienden sobre su falsa conversión”, apostilló el comisario de la exposición.
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