Ciudades norteamericanas como Nueva York, Chicago, Los Ángeles o Houston tienen entre sus características más llamativas los imponentes rascacielos que llegan a elevarse en algunos casos hasta más de 400 metros.
En tales centros urbanos es frecuente subir tan alto como al piso 40 o al 80 de alguna estructura; lo difícil, sin embargo, puede ser hallar una planta mucho más baja, precisamente la 13.
Fruto de la superstición y de una costumbre que prendió con fuerza en el negocio de los bienes raíces, es común ver edificaciones que sobrepasan esa cantidad de niveles omitir el guarismo generalmente asociado con la mala suerte y los augurios negativos.
Lógicamente, todas esas estructuras cuentan con un nivel decimotercero, pero a la hora de señalizarlo, se suele saltar del 12 al 14, o se emplean alternativas como el 12A o la letra M.
Varias fuentes señalan que cuando comenzaron a levantarse edificios altos a finales del siglo XIX, era raro que un hotel u otras construcciones sobrepasaran los 12 pisos, debido a la creencia de que así se evitarían la congestión en las calles y sombras extrañas.
Con la llegada de la centuria siguiente y el impulso dado a las estructuras cada vez más elevadas, se optó entonces por prescindir del número que puede llegar a provocar en algunas personas el miedo irracional bautizado como triscaidecafobia.
Los dueños de edificios, hoteles y otras estructuras mantuvieron la costumbre, ya fuera por superstición propia o por evitar alejar a clientes potenciales.
Según cifras de la compañía de datos inmobiliarios CityRealty, de una lista de 630 edificios con 13 pisos o más localizados en Manhattan, Nueva York, en 2015, solo 55 etiquetaron la planta correspondiente a ese dígito como tal.
A su vez, la compañía Otis, principal fabricante de elevadores del mundo, estimó a principios de los 2000 que el 85 por ciento de los paneles numéricos que ellos creaban carecían de los mencionados dígitos.
En la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte, el inmueble 300 South Tryon se inauguró en 2017 sin la referida planta.
Maxwell Hanks, su director administrativo, declaró un año antes a un diario local que en un principio el decimotercer piso estaría marcado, pero pasaron del decimosegundo al decimocuarto después de recibir retroalimentación negativa de parte de posibles inquilinos.
Como resultado, el nivel más alto ocupado en la torre de 25 plantas se llama piso 26, un desajuste común que no es privativo de Estados Unidos, sino que se da en otros lugares del mundo por motivos similares.
Más allá de las creencias de mala suerte, la idea también se ha vuelto una especie de estrategia de marketing para hacer parecer a los edificios más altos de lo que realmente son.
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