Aunque en la Europa oriental ya se dieron otros comicios donde los estudios de las encuestas a pie de urnas quedaron alejados de las estadísticas reales en las urnas, por ahora el panorama polaco es de una división casi a la mitad por dos fuerzas políticas.
En el caso del gobernante partido Ley y Justicia (PiS), sus listas de candidatos lograron imponerse en nueve condados, por ello, de confirmarse los resultados de los exit-pull, esa agrupación contaría con el 36,8 por ciento y 200 escaños, por debajo de los 235 obtenidos en 2019.
La formación Coalición Cívica (CO) acumuló el 31,6 por ciento del voto popular y venció en siete regiones. Junto con sus aliados de Tercera Vía (centroderecha), con 55 asientos y de Nueva Izquierda, 30, sumarían 248 puestos de un total de 460, que les permitiría gobernar, estiman expertos.
Aunque será necesario contar con los datos definitivos de las elecciones, por ahora el resultado podría satisfacer a la dirección de la Unión Europea (UE), que especialistas aquí señalan como muy interesada en una victoria del exprimer ministro Donald Tusk, al frente de la CO.
Tusk fue por varios años un alto funcionario de la UE y su llegada a la jefatura del ejecutivo polaco podría asociarse con, al menos, la reducción de las disputas existentes ahora entre Bruselas y Varsovia, sobre todo, en el tema del boicot a productos agrícolas ucranianos.
Sin embargo, especialistas locales recuerdan que la victoria de la coalición está lejos de reducir tensiones con Kiev, pues esa agrupación llamó a filas al líder del sindicato Agrounia, Mijail Kolodzeichak, al frente de los cierres montados por los campesinos a productos ucranianos.
El paso a través de Polonia de grandes cantidades de harina ucraniana de más bajo costo, hacia otras naciones europeas, provocó el abaratamiento de ese producto que compite con el de los agricultores nacionales.
Sin embargo, al conocerse los números de los sondeos a pie de urna, el actual primer ministro Mateusz Morawiecki consideró que se trataba de una gran victoria del PiS, de Jaroslaw Kaczynski, pues sería la única fuerza política en ganar tres elecciones seguidas.
De nuevo, de confirmarse lo expuesto en los exit-pull, la ultraderechista Confederación obtuvo solo 6,2 por ciento de los votos (12 escaños), por debajo de 2019, y con ese fracaso dejó al PiS con magras posibilidades de mantenerse en el poder, pese a ser el ganador.
A la espera del conteo de 600 mil boletas que debieron depositarse en el extranjero, los observadores presagian la posibilidad de que el jefe de Estado, Andrzej Duda, enfrente a un dirigente del legislativo (Sejm) que presentaría la actual oposición. Por ahora, Duda, aliado del PiS, adelanta que dará a esa formación gobernante el derecho para probar primero la formación de un Gobierno, como ganador de los comicios, aunque la posibilidad de contar con una alianza mayoritaria es poco probable.
Ello podría dilatar el proceso y dejar por más tiempo en el poder a los seguidores de Kaczynski, contrario al aborto, la comunidad de LGBT y el ingreso de inmigrantes e incluso a continuar el respaldo a los ucranianos que arribaron a esta nación, entre otros asuntos.
De cualquier forma, la estabilidad política interna en Polonia podría verse amenazada, cuando crece la división, después de ocho años en el poder del PiS y de retrocesos del crecimiento económico, con consecuencias palpables en la esfera social, consideran expertos.
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