La obra de las realizadoras cubanas Yaimi Ravelo e Iriana Pupo resulta definida como canción a la vida que revela el impacto del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
Antes de la puesta en el capitalino teatro de la Central Unitaria de Trabajadores, Alexis Gonzalo Isaac, coordinador de la Asociación Nacional de Cubanos Residentes en Brasil–José Martí (Ancreb-JM), rememoró que el 20 de octubre de 1868, en la ciudad de Bayamo en el oriente, Pedro Figueredo (Perucho), músico, escritor, poeta y luchador por la independencia, presentó y cantó por primera vez la letra de La Bayamesa.
Poema, refirió Gonzalo Isaac, que se convirtió luego de algunas modificaciones en el Himno Nacional de Cuba.
Según el activista, la cultura cubana es un tesoro inagotable que florece a lo largo de los siglos, forjada por la mezcla de influencias africanas, europeas e indígenas que se entrelazaron en la tierra de Martí (Héroe Nacional).
«En cada rincón de nuestra patria, en sus calles, en sus playas y en sus gentes, se encuentra un pedazo de historia que ha dado forma a lo que somos como nación», remarcó.
Tras escucharse el Himno Nacional de la isla caribeña, el embajador de Cuba en Brasil, Adolfo Curbelo, agradeció a los presentes en la velada, en especial a la solidaridad de los brasileños que «tanto ayuda a resistir a mi pueblo».
Curbelo disertó sobre el estremecedor documental de 30 minutos que, mediante la historia de vida de la pequeña Natali Rodríguez Méndez, denuncia las dificultades que genera la existencia del cerco de Estados Unidos en la cotidianeidad de las familias cubanas, como en la obtención de recursos para la atención médica.
Alegó que la obra nos invita a reflexionar y a comprender de manera adicional, a través de una sensible puesta, lo que significa ese «criminal bloqueo» contra Cuba.
El diplomático remarcó que, en este significativo y especial día, «renovamos nuestra disposición de continuar trabajando para profundizar las relaciones con Brasil, con el pueblo brasileño, entre los pueblos de Cuba y Brasil».
Señaló que actos por la efeméride se realizan en otras ciudades, como en Sao Paulo, siempre viendo a la cultura como escudo y espada de la nación.
«El escudo que nos defiende de la agresión. La cultura no es solo las expresiones y manifestaciones muy importantes, sino también una cultura que forma la identidad de una nación que luchó y lucha por mantener su independencia y soberanía», subrayó finalmente Curbelo.
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