Frei Betto*
Por primera vez estarán presentes 54 mujeres con derecho al voto. No obstante, aunque haya 70 laicos en el Sínodo, el 75 por ciento de los asistentes son obispos y cardenales. El número total de participantes es de 464.
Francisco es el único monarca absoluto de Occidente, como el rey de Arabia Saudita, es alguien a quien ninguna instancia puede cuestionar o juzgar. De querer decidir solo sobre cuestiones polémicas, Francisco podría hacerlo. Pero como trata de imprimirle un carácter más democrático a la Iglesia, prefiere consultar con las bases y actuar en un régimen de colegialidad.
Al menos cinco cardenales nombrados por Juan Pablo II y Benedicto XVI, pontífices conservadores, ya se han manifestado en contra de la ordenación de mujeres y la bendición a la unión de personas del mismo sexo. Confunden la doctrina, un legado histórico, con la revelación divina, sujeta también a la interpretación, como demuestra la historia de la Iglesia.
La misoginia es una acusada característica de la Iglesia Católica y se aparta totalmente de los evangelios. Lucas (8,1) cita los nombres de las mujeres integrantes de la comunidad de Jesús; Juan (4,5-42) subraya que la samaritana fue la primera apóstola, al anunciar a Jesús como el Mesías; y Marcos (16,6) registra que María Magdalena, proclamada “apóstola de los apóstoles” por el papa Francisco, fue el primer testigo de la resurrección de Jesús.
Excluir a las mujeres del sacerdocio y el episcopado, incluso con derecho a ser cardenales y resultar electas al papado es un prejuicio machista que no se justifica en pleno siglo XXI. Lo mismo vale para el celibato obligatorio. De las 24 Iglesias vinculadas a la comunión católica, solo la que tiene su sede en Roma exige que sus sacerdotes sean hombres solteros, aunque todos saben que Jesús escogió a un hombre casado, Pedro, para ser la cabeza de la primera comunidad cristiana (Marcos 1,30).
Muchos en la Iglesia confunden las herencias culturales con la revelación divina. Y por ignorar nociones elementales de antropología, consideran que el modelo de familia heterosexual predominante en la actualidad es universal y perenne. Ahora bien, para la Biblia, el fundamento de la relación entre las personas es el amor. Donde hay amor, ahí está Dios.
Hoy en día ninguna parroquia católica puede negarles el bautismo a los hijos de parejas homoafectivas. ¿No es esa una manera de admitir la sacramentalidad de la unión de los padres o las madres de esos niños? Me temo que ciertos clérigos tienen una visión pornográfica de la mujer y los gays. Pero lo más preocupante es que la Iglesia siga considerando que la procreación es un objetivo superior a la comunión del amor en el casamiento. Las personas no se unen para tener hijos, sino por amor. De lo contrario, el matrimonio de una pareja estéril debería considerarse nulo.
¿Qué se puede esperar de unos hijos cuyos padres no se aman? No debemos acercarnos a Dios para evitar los tormentos del infierno u obtener la salvación. Debemos hacerlo por amor, sobre todo a nuestros semejantes, imágenes vivas de Dios. No hay experiencia humana tan feliz y plena como la del místico que vive enamorado de la Trinidad.
No hay un solo caso en los evangelios en que Jesús haya repudiado a una mujer, como hizo con el gobernador Herodes Antipas (Lucas 13,32) O proferido maldiciones contra ellas, como hizo con los escribas y fariseos (Mateo 23). Con las mujeres Jesús se mostró misericordioso, acogedor y afectuoso, y exaltó su fe y su amor.
Ha llegado la hora de que la Iglesia asuma su lado femenino y abra todos sus ministerios a las mujeres. A fin de cuentas, la mitad de la humanidad es mujer. Y la otra mitad, hija de mujer.
rmh/fb
*Escritor brasileño y fraile dominico, conocido teólogo de la liberación. Educador popular y autor de varios libros
(Tomado de Firmas Selectas)