Así lo expresó el secretario general de la OSC, jeque Manssour Bin Mussallam, a propósito de una publicación en la red social X, anteriormente Twitter, del observador permanente adjunto de Palestina ante la ONU, Majed Bamya, la cual reveló que cada cuatro minutos muere un palestino en la Franja de Gaza.
Bamya precisó también que “cada 10 minutos muere un niño palestino en la Franja de Gaza. Cada minuto cuenta y, sin embargo, todavía no hay ningún sentido de urgencia en algunos rincones del mundo para detener el derramamiento de sangre”.
En ese sentido, Mussallam expresó que hay momentos en que las declaraciones redactadas diplomáticamente deben dar paso a la verdad. Frente al castigo colectivo, a una inhumanidad intolerable, a un dolor generalizado y a un sufrimiento sin sentido, la neutralidad no es una virtud; no debería ni puede serlo, enfatizó en la misma plataforma.
“Hoy la elección es simple: estar del lado de la justicia, de la vida, de la humanidad, o estar del lado de la opresión, de la muerte, del salvajismo. La elección, para nosotros, es clara”, subrayó.
Consideró que permanecer en silencio y equiparar a opresor y oprimido es ser cómplice, es ayudar e instigar crímenes de guerra, además de que el cumplimiento del derecho internacional humanitario básico no puede ser opcional.
“La condena justa y categórica de los ataques contra civiles no puede variar según la nacionalidad de las víctimas”, enfatizó.
En la OSC, continuó, somos inequívocos en nuestra condena al asedio de Gaza, a los ataques aéreos indiscriminados, la expansión de los asentamientos coloniales en Cisjordania mientras el mundo mira hacia otra parte.
También somos inquebrantables en nuestra disposición a apoyar de cualquier manera posible para aliviar esta tragedia humanitaria provocada por el hombre, acotó.
La justicia comprometida es un crimen justificado. El Sur apoya la paz justa, apoya la renovación de la humanidad básica de la Humanidad. Estamos con Palestina, reafirmó.
La nueva ola de violencia comenzó el 7 de octubre pasado cuando milicianos del Movimiento de Resistencia Islámica atacaron al vecino país, en lo que consideraron una respuesta a la escalada de crímenes israelíes contra el pueblo palestino.
Más de mil 300 personas perdieron la vida durante esa incursión, que sorprendió al Ejército y a los estamentos de seguridad.
En represalia, Israel comenzó una ola de bombardeos en la Franja de Gaza sin precedente en la historia de este conflicto, que provocó una grave crisis humanitaria.
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