Nace de uno de los cactus más raros del planeta, pues posee ramas y hojas. Cuando la planta alcanza de 1,5 a 2 metros de altura comienza la floración, en general en los primeros meses del año; sin embargo, puede crecer hasta seis metros, lo que la convierte en un arbusto de gran belleza.
En Bayahíbe, una importante zona turística de este país, están las condiciones específicas para su crecimiento y desarrollo.
Allí se le llama “mata de chele” porque su fruto tiene la forma de una pequeña monedita.
Para los cuatro mil habitantes de esta localidad situada en la costa caribeña de la provincia de Altagracia, en su mayoría pescadores, la preservación del cactus y su bella rosa de pétalos rosados —que suelen medir 2.2 centímetros— es una amorosa labor cotidiana.
Los hoteles y otros centros turísticos han sembrado la Flor Nacional, que atrae la mirada de quienes llegan desde otras regiones del país o del extranjero.
La rosa de Bayahíbe fue descubierta en 1977 por el botánico francés Henri Alain Liogier, quien la bautizó Pereskia quisqueyana en homenaje a Quisqueya, nombre que dieron a la isla los indígenas taínos que la poblaban antes de ser diezmados por la colonización de España.
Para salvaguardar estos raros ejemplares en peligro crítico de extinción, el Fondo Nacional para Medio Ambiente y Recursos Naturales y el ministerio afín convinieron en un proyecto para su conservación y reconocimiento.
Un grupo de especialistas documenta y analiza las condiciones idóneas para su reproducción e implementan una serie de iniciativas dirigidas a su multiplicación.
Este proyecto posibilitará que el Jardín Botánico Nacional construya un vivero para unas cuatro mil posturas, con un banco de semillas, además de la impartición de conferencias dirigidas a que la población posea conocimientos sobre la Flor Nacional y colabore en su cuidado.
(Tomado de Orbe)