Hasta el 3 de noviembre, según datos de las autoridades de salud de ese territorio, dos mil 326 féminas y tres mil 760 niños y adolescentes murieron en la nueva ola de violencia, lo cual representa el 67 por ciento de todas las víctimas mortales, señalaron en un comunicado conjunto.
Esto significa que 420 niños mueren o resultan heridos cada día, algunos de ellos de solo unos meses de edad, apuntaron.
El texto está rubricado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, la Agencia de las Naciones Unidas para la Salud Sexual y Reproductiva y la Organización Mundial de la Salud.
Los bombardeos, las instalaciones médicas dañadas, los niveles masivos de desplazamiento, el colapso de los suministros de agua y electricidad, así como el acceso restringido a alimentos y medicamentos perturban gravemente los servicios de salud materna, neonatal e infantil, denunciaron.
Al respecto, alertaron que en la actualidad hay unas 50 mil mujeres embarazadas en Gaza.
Es probable que 15 por ciento de ellas experimente complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto y necesite atención médica adicional, indicaron.
Con 14 hospitales y 45 centros de atención primaria de salud cerrados, algunas mujeres tienen que dar a luz en refugios, en sus casas, en las calles entre escombros o en instalaciones de salud desbordadas, advirtieron.
Ante esa situación, las agencias estimaron que las muertes maternas aumentarán dada la falta de acceso a una atención adecuada.
“El costo psicológico de las hostilidades también tiene consecuencias directas, y a veces mortales, en la salud reproductiva, incluido un aumento de los abortos espontáneos y los nacimientos prematuros inducidos por el estrés”, apuntaron.
A medida que empeora el acceso a la comida y al agua, las madres luchan por alimentar y cuidar a sus familias, lo que aumenta los riesgos de desnutrición, enfermedad y muerte, según el texto.
La declaración resaltó que “la vida de los recién nacidos también pende de un hilo”.
Si los hospitales se quedan sin combustible, la vida de unos 130 bebés prematuros que dependen de los servicios neonatales y de cuidados intensivos se verá amenazada, afirmó.
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