Lleva 33 años dedicado a coleccionar e investigar sobre estos dispositivos.Están por doquier, en repisas, vitrinas, sobre escritorios, dentro de maletines, en cajas de cartón. Los más preciados los guarda en muebles metálicos con llave y otros se mantienen en bodegas, junto a todos los accesorios relacionados con las fotos analógicas.
Fue su tío abuelo Manuel Trujillo quien lo hizo conocer el sorprendente mundo de las imágenes al obsequiarle una Kodak de ocho milímetros cuando estudiaba la licenciatura en Comunicaciones y Relaciones Públicas. Ese regalo inició su pasión.
La universidad le ofreció la posibilidad de aprender sobre este arte y le apostó a ello. Ahí combinó su interés por las cámaras y las imágenes con el respeto y la inspiración hacia el trabajo de los fotorreporteros que cubrían la guerra civil salvadoreña.
“Cuando comencé a impartir clases, traje un par de dispositivos para dar un poco de realce a la historia de la fotografía. Ahí fue cuando empecé la búsqueda de las primeras piezas”, señala el académico con un doctorado y dos maestrías.
Trujillo conoce al detalle cada equipo que posee, dónde está colocado (en las repisas, las vitrinas o bodegas), cómo es su mecanismo de fuelle (a presión o soltando los seguros), el año de fabricación, el país de la marca y si fue manufacturado en otra nación, de qué material está hecho (metal, baquelita), si usó película blanco y negro o colores, si permite adaptar flashes…
Si bien dice poseer más de mil cámaras, aún busca una nueva para sentir que su colección está completa.
(Tomado de Orbe)
