Una Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) sin Beijing carece de peso, Estados Unidos lo sabe y funcionarios de alto nivel de la Casa Blanca viajaron durante todo 2023 hasta aquí en busca del consenso.
Sin embargo, bajo la sombrilla de Washington y del establishment se agrupan diferentes poderes que supuestamente actúan de manera independiente y juegan a la zanahoria y el garrote con China.
Mientras la secretaria del Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, visitaba el gigante asiático para abordar el diferendo derivado de la guerra económica y proteccionista contra Beijing, el Congreso norteamericano aprobaba una nueva venta de armamento a Taiwán.
En menos de tres meses Raimondo se convirtió en la cuarta funcionaria de alto nivel de ese país en llegar hasta aquí, lo cual coincidió además con una orden de la Casa Blanca para limitar aún más las inversiones en los sectores de semiconductores y microelectrónica, entre otros priorizados del gigante asiático.
Así es difícil llegar a un acuerdo, sobre todo porque para China es inaceptable la injerencia en sus asuntos internos, la interferencia en el asunto de Taiwán o la coerción económica como parte del concepto de seguridad nacional estadounidense.
Sin embargo, el presidente Xi Jinping señaló que en medio de un complejo escenario internacional, la competencia entre las dos principales economías del orbe no es esperanzadora, más cuando hay tanta interdependencia.
El 19,5 por ciento de las importaciones de Estados Unidos provienen de China, su principal proveedor, y el país asiático es el tercer destino de las exportaciones domésticas, de acuerdo con datos de publicaciones especializadas.
«Cada parte debe ver el desarrollo del otro como una oportunidad y no un desafío», dijo el mandatario asiático, quien abogó además por relaciones bilaterales basadas en el respeto mutuo, coexistencia pacífica y beneficios compartidos.
Un pensamiento loable, pero hablamos de Estados Unidos, el hegemón, el del Destino Manifiesto, la Doctrina Monroe y el América para los americanos.
Sin embargo, China deviene un actor geopolítico crucial que Washington no puede ignorar, líder de iniciativas globales que reúnen a más de 150 naciones y un país con una expansión económica -modesta- cuando muchos expertos daban por sentado el fin del dragón.
«Tratar de remodelar otros países a su imagen y semejanza es, en primer lugar, una ilusión y un típico hegemonismo que no va a ninguna parte», alertó la cancillería del gigante asiático.
Sobre la próxima reunión Xi-Joe Biden, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino expresó su deseo de que Estados Unidos cumpla con su compromiso de no buscar una nueva Guerra Fría.
La comunidad internacional lo necesita, pero Estados Unidos ya identificó el desarrollo biotecnológico, la Inteligencia Artificial, la modernización del Ejército, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la cooperación con Rusia y otros tantos programas de China como una amenaza para su seguridad nacional.
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