Los comicios presidenciales malgaches transcurrieron en tranquilidad relativa a pesar de que semanas de protestas opositoras presagiaban una jornada cuando menos marcada por la agitación en las calles y disturbios en los alrededores de los centros de votación.
Sin embargo, medidas precautorias mediante, la jornada transcurrió en tranquilidad, aunque los adversarios del presidente y aspirante a la reelección Andry Rajoelina, insistieron en que no se cumplían las condiciones mínimas para una liza electoral justa.
Tras el cierre de los centros de votación, esas misma fuentes dijeron que la tasa de participación, calculada de manera oficiosa en 20 por ciento del padrón electoral, fue la más baja de historia en Madagascar.
Los caballos de batalla de la oposición, apoyados por organizaciones de la sociedad civil, fueron solicitudes de posposición de los comicios y de la elección de nuevos miembros del ente electoral, ninguna de las cuales fue atendida.
Tampoco prosperó la demanda de inhabilitar al presidente Rajoelina como candidato presidencial debido a que tiene doble nacionalidad, malgache y francesa, lo que significa un impedimento acorde con la Constitución de este estado insular africano del océano Pacífico.
De su lado, el presidente expresó confianza en su victoria, aunque sus detractores aseguran que la endeble asistencia a las urnas lo coloca en posición frágil para gobernar.
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