El expresidente fue recibido sin aplausos ni ovaciones en la sede del legislativo y al abandonar el recinto se escuchó un fuerte “Fuera Lasso, fuera”.
Ese grito representaba a más del 85 por ciento de los ecuatorianos que según las encuestas rechazaron en los últimos meses la gestión de quien fue hasta la víspera jefe del Ejecutivo y adelantó el fin de su mandato al activar el mecanismo de muerte cruzada para evitar una eventual destitución.
La herencia de Guillermo Lasso pone en aprietos a su sucesor, porque el país se encuentra en medio de la peor ola de violencia de su historia y problemas económicos que parecen un callejón sin salida.
Si bien muchos creen que Noboa y su equipo podrán sacar adelante a Ecuador, hasta ahora hay pocas luces sobre cuál será la estrategia concreta para lograrlo.
En su discurso durante la toma de posesión no hubo grandes revelaciones en ese sentido, con lo cual sólo el tiempo permitirá desentrañar cómo pretende el actual mandatario resolver los problemas de los diferentes sectores.
Por ahora se sabe que enviará dos proyectos de ley urgentes al parlamento, uno dedicado a la crisis energética y otro con una reforma tributaria, que según dijo no incrementará impuestos, sino busca promover el empleo joven para impulsar la economía.
Habló también de priorizar el combate a la inseguridad, pero tampoco dio pistas sobre los planes específicos, ni siquiera ha nombrado ministro del Interior y es la titular de la cartera de Gobierno, Mónica Palencia, la encargada por ahora de ese frente.
A pesar de todo, Noboa genera optimismo. Decenas de sus simpatizantes fueron hasta la Plaza de la Independencia, frente al Palacio de Carondelet, a darle la bienvenida y a mostrarles su apoyo.
La directora de la encuestadora Perfiles de Opinión, Paulina Recalde, indicó que el 74 por ciento de la población en las ciudades de Quito y Guayaquil, las más grandes del país, califica positivamente la imagen del mandatario y su credibilidad llega casi al 60 por ciento.
No obstante, con la gestión gubernamental esos números pueden bajar, como ocurrió con Lasso, por ejemplo, que empezó con una aceptación del 70 por ciento y se despidió con menos de 15.
Al nuevo jefe de Estado le queda mucho por demostrar en poco tiempo, apenas tendrá un año y medio de mandato, pero “hay que darle un voto de confianza”, como escuchó Prensa Latina decir a un comerciante informal que no lo respaldó en las urnas, pero aún así espera que sea capaz de cumplir sus promesas.
Para el historiador Juan Paz y Miño, «Noboa no alterará el modelo económico heredado» y quizás sólo «suavice comportamientos políticos», como el enfrentamiento y la persecución a los opositores, principalmente de la izquierdista Revolución Ciudadana.
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