En el homenaje organizado en la Embajada de Cuba en El Salvador fue presentado el libro “Fidel Castro, Argumentos Culturales de la Revolución Cubana” que recopila las intervenciones, comentarios y discursos, entre otros, del Comandante en Jefe sobre la cultura y fue parte de la Editorial Ocean Sur.
El embajador de Cuba en El Salvador, Tomás Lorenzo, al dar la bienvenida a los asistentes al acto destacó que Fidel es el “Martiano Mayor”, según muestra una exposición fotográfica a la entrada de la sede diplomática.
Por su parte, el periodista y escritor Walter Raudales, y el académico Ricardo Martínez expusieron el contenido de la obra. “Fidel no deja de sorprendernos”, dijo Raudales.
En este aniversario de su partida física nos encontramos con el voluminoso libro, publicado por la editorial latinoamericana Ocean sur, que da cuenta de los Argumentos Culturales de esa «épica odisea» llamada Revolución Cubana, apuntó.
El contenido de la publicación, agregó, recoge una especie de “espiritualidad revolucionaria” de la Revolución Cubana.
Interesante toda esta documentación histórica de esos 60 años de lucha cultural, quizá la más difícil de todas las luchas, apuntó.
A la cita con la historia y Fidel asistieron miembros del cuerpo diplomático, académicos e integrantes del movimiento de solidaridad con Cuba, y una delegación del Ministerio de Educación Superior que cumplió labores de trabajo para acercar más a los pueblos de la mayor de las Antillas y El Salvador.
Entre los presentes estuvo el escritor y analista internacional, Sergio Rodríguez Gelfenstein, un venezolano-chileno con una vida marcada por el internacionalismo.
Yo fui y soy internacionalista gracias a Fidel, qué mayor influencia que eso. Él me dio la posibilidad, utilizando sus propias palabras, de saldar mi deuda con la humanidad. El creyó en mí, en mis compañeros que podríamos cumplir la misión internacionalista, en mi caso en Nicaragua, cumplir una misión que por razones políticas los cubanos no podían ir”.
Él confió en nosotros, él personalmente nos planteó la misión, y para nosotros fue una orden, porque nos habíamos impregnado en Cuba de ese sentimiento internacionalista, de esa condición que debe completarse con el internacionalismo proletario. “Es algo que me enorgullece en la vida”, dijo.
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