A pesar de las promesas climáticas de las naciones más ricas del planeta, los científicos esperan que el mundo supere pronto los 2,0 grados Celsius de calentamiento por encima de los valores preindustriales del período 1850-1900.
El pasado 17 de noviembre, la temperatura global de la Tierra llegó a marcar durante ese día 2,06 grados más allá del promedio de la era preindustrial, según un análisis preliminar del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio.
Dicha ruptura a corto plazo fue asociada por los especialistas en Meteorología con el fenómeno El Niño, que cobró fuerza, y el forzamiento climático causado por la actividad humana, a través de la quema irracional de combustibles fósiles, que emanan gases de efecto invernadero a la atmósfera terrestre.
Recientemente, la Agencia Internacional de Energía proyectó un pico en la demanda de dichos combustibles en esta década, pese a que últimamente las fuentes renovables de energía y los fabricantes de vehículos eléctricos lograron avances notables.
Para los estudiosos, la urgente cita mundial en Emiratos Árabes Unidos parece ser un escenario propicio donde las empresas y los consorcios industriales buscarán nuevamente la manera de mantener su relevancia en un mundo envuelto en un necesario pero aún muy lento proceso de descarbonización.
La actual presidencia de la COP28 tiene ante si el objetivo de hacer de ese encuentro climático internacional el más “inclusivo” de la historia, en una era en la cual el uso desaforado sobretodo del carbón y el petróleo no cesa de lanzar sus contaminantes gases de invernadero.
El año pasado, alrededor del 55 por ciento del consumo mundial de energía primaria provino del petróleo y el gas, y el 27 por ciento fue generado por el carbón, destacan medios especializados.
Así, los combustibles fósiles siguen representando el 82 por ciento del consumo energético mundial. Si bien se prevé que la producción carbonera seguirá una trayectoria decreciente después de 2030, todavía la originada del petróleo y el gas continuará creciendo más allá de 2050.
Todo ello pese a las múltiples alertas científicas en defensa de la vida en el planeta, en peligro cada vez más debido al veloz cambio climático y sus nefastas consecuencias.
Por el momento, el negocio domina la producción energética mundial, avivando los temores de un apocalipsis planetario.
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