Por Elizabeth Borrego Rodríguez
Corresponsal jefe de Prensa Latina en la ONU
Con 187 votos a favor, dos en contra (Estados Unidos e Israel) y la abstención de Ucrania, el mayor foro político del planeta exigió por trigésimo primera ocasión el derecho de la nación antillana a su desarrollo sin las trabas impuestas por más de seis décadas.
Junto al reclamo casi universal, el reporte presentado por el secretario general de la ONU, António Guterres, reconoció la continuación del cerco contra Cuba y su inclusión en la lista de estados patrocinadores del terrorismo como acciones incompatibles con un sistema internacional basado en el derecho.
Ambas acciones de Estados Unidos son una manifestación flagrante del ejercicio del poder político y económico en clara violación de los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo, remarcó.
Pese a lo cual, Cuba mantuvo compromiso con la cooperación Sur-Sur y su apoyo a abordar problemas globales como el acceso a tratamientos médicos y vacunas durante la pandemia de la Covid-19.
La resolución presentada por Cuba estima en unos cuatro mil 867 millones de dólares los daños provocados por esa ilegal política estadounidense desde el 1 de marzo de 2022 al 28 de febrero de 2023.
De 1962 a la actualidad, los perjuicios económicos en base a precios corrientes ascienden a 159 mil 84,3 millones de dólares, y a más de un billón 337 mil tomando en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional.
ACTO DE GUERRA EN TIEMPO DE PAZ
Al intervenir ante el foro, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, calificó al cerco impuesto por Estados Unidos como un acto de guerra en tiempo de paz.
La decisión de fortalecerlo de forma inédita durante la Covid-19 y aprovechar la crisis económica para promover la desestabilización del país, muestra la esencia perversa de esa política, denunció.
El titular recordó cómo ese conjunto de medidas afecta el bienestar de los connacionales, en áreas vitales como la alimentación, la energía o el acceso a medicamentos, incluidos aquellos para tratar el cáncer, la diabetes y otras enfermedades.
“Con saña y precisión quirúrgica se ataca a los sectores más sensibles de la economía y se busca deliberadamente infligir el mayor daño posible a las familias cubanas”, apuntó.
Al mismo tiempo, la persecución se ha reforzado con la arbitraria inclusión de Cuba en la lista unilateral del Departamento de Estado de patrocinadores del terrorismo.
A juicio del canciller, la decisión fue «una medida letal adoptada por el gobierno republicano de Donald Trump (2016-2020), a sólo nueve días de abandonar la Casa Blanca».
Sin embargo, el actual presidente, Joe Biden, hubiera podido y pudiera corregirlo mañana con sólo una firma.
El gobierno de los Estados Unidos miente y hace un enorme daño a los esfuerzos internacionales para combatir el terrorismo, cuando acusa a Cuba, sin fundamento alguno, de ser patrocinador de ese flagelo, insistió.
El bloqueo es un acto de guerra económica en tiempos de paz, dirigido a anular la capacidad del Gobierno para atender las necesidades de la población, crear una situación de ingobernabilidad y destruir el orden constitucional, enfatizó.
“No es legal ni ético que, por décadas, el Gobierno de una potencia someta a una nación pequeña a una guerra económica incesante en aras de imponerle un sistema político ajeno y volver a apropiarse de sus recursos», rechazó.
UN BLOQUEO CON TODAS LAS LETRAS
Tras casi 30 años en la promoción de esfuerzos para llevar a Cuba insumos médicos y colaborar con instituciones de salud, Bob Schwartz reconoce que la política de Estados Unidos hacia la nación caribeña lleva el nombre de bloqueo.
El director ejecutivo de la organización no gubernamental Global Health Partners (GHP) considera de «caso diferente» para establecer donaciones para su sistema de salud a causa, precisamente, del cerco.
GHP, una organización solidaria extendida por instituciones de salud pública en América Latina y el Caribe, trabaja para ayudar a construir sistemas autosostenibles de prestación de atención médica.
Sin embargo, su labor hacia Cuba la convierte en un destino particular desde que inició en 1994 y, en particular, tras la llegada al poder de Trump.
Entre otros obstáculos, el representante reconoció la falta de transporte aéreo comercial desde territorio norteamericano, lo que obliga a usar «rutas muy creativas» para llevar medicamentos hacia la capital cubana.
«Hemos trasladado envíos refrigerados desde Nueva York a Bruselas y luego a Madrid para llegar La Habana, lo que toma varios días», aseveró en entrevista con Prensa Latina.
En una relación normal, podríamos volar directamente desde Estados Unidos y tomaría tres horas por aire e incluso por mar, pero ese no es el caso.
Schwartz lamentó también la inmovilidad del gobierno de Joe Biden, lo que obliga a depender de licencias de exportación cada vez más lentas y obstaculiza la adquisición de productos necesarios.
«Es muy difícil para nosotros poder comprar en empresas que simplemente no quieren vendernos sabiendo que el producto irá a Cuba», lamentó.
Aunque la labor de GHP se centra en donativos y ayuda en la salud, esto no representa ninguna ventaja para burlar las políticas del bloqueo.
Las cientos de disposiciones incluyen una excepción para los envíos destinados a personas individuales u organizaciones sin fines de lucro, lo que no ocurre con aquellos grandes donantes del Ministerio de Salud Pública.
A esto se suma la imposibilidad de Cuba de obtener equipos de diagnóstico de fabricantes estadounidenses y la negativa de otras entidades de comerciar con la isla por temor a las denominadas sanciones.
CERCO CONTRA EL DESARROLLO
La ruta de la pequeña nación hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) también enfrenta un particular y complejo contexto signado por presiones externas, de acuerdo con el coordinador residente de Naciones Unidas en Cuba, Francisco Pichón.
Las medidas coerctivias y su inclusión como supuesto patrocinador el terrorismo constituyen el principal desafío para financiar la Agenda 2030, aseguró el representante en declaraciones a Prensa Latina.
«Esto demanda un trabajo intenso para evitar que los logros del país -referentes en la región de América Latina en áreas como la salud y la educación- se puedan mantener y que no se erosione la calidad de estos», remarcó.
Mientras que en la mayor parte de los países se habla de encarrilar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en Cuba se insiste en no perder lo logrado, agregó.
Junto a la economía nacional, el apoyo de Naciones Unidas en ese camino enfrenta desafíos propios como el acceso a financiamiento -ya sean créditos o préstamos- la búsqueda de proveedores o el traslado para el preposicionamiento de ayuda para emergencias.
«El secretario general ha hablado de la reforma del sistema financiero internacional para los países con deudas altas, pero estamos hablando de la exclusión de Cuba de ese sistema tan imperfecto como es», reconoció.
El Sistema de Naciones Unidas tiene el gran reto de no dejar al país sin opciones; Cuba mantiene un compromiso con la Agenda 2030 y hace lo que puede y más con sus recursos públicos, insistió.
Pichón recordó que el país diseñó una hoja de ruta alineada a las metas de la ONU denominado Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 2030 y este año fortaleció su compromiso con el multilateralismo al frente del G77 y China.
«Tenemos energías para responder y encontrar un camino», aseveró el coordinador residente al mencionar campos importantes de trabajo conjunto como las nuevas formas de gestión económica, la respuesta a desastres naturales o la protección social enfocada en grupos vulnerables.
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