La angustia del trabajador, del que solo se conoce la edad, 49 años, fue mayor debido a que compartió su ordalía con el cadáver de un compañero muerto por el alud de tierra que los enterró a ambos en una mina de cobre cerca de la ciudad de Chingola (centro oeste).
El sobreviviente está internado en el hospital de la ciudad y aunque no existen precisiones sobre su estado de salud, trascendió que puede comunicarse con sus familiares y por supuesto los galenos que lo atienden.
La alegría por la salvación del minero está empañada por las dudas sobre la suerte que correrán otros decenas de trabajadores de la misma instalación que siguen atrapados bajo los escombros desde el jueves pasado cuando cientos de toneladas de piedra y lodo cayeron sobre la excavación sin dar tiempo a nada.
El número de mineros enterrados en las entrañas de la tierra es impreciso ya que por lo menos 25 familias reportaron la desaparición de miembros que laboran en la mina.
Todos en espera de la reedición del milagro.
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