“Las secciones (en las prisiones) son sometidas a redadas casi diarias, durante las cuales los soldados agreden a los detenidos palestinos con porras y pistolas, rociando gas venenoso y balas de goma”, denunció la entidad en un comunicado.
Nuestros compatriotas son sometidos en esas instalaciones a diversos tipos de castigos, destacó.
Como ejemplo citó la falta de mantas y alimentos, así como las malas condiciones en esos centros para proteger a los reclusos del invierno.
Un gran número de ellos duerme en el suelo, detalló la Comisión, que criticó la decisión de las autoridades de confiscar la ropa y efectos personales de los detenidos palestinos.
Según datos oficiales, en unos siete mil 800 palestinos están encerrados en cárceles israelíes, incluidos 33 menores de edad.
A finales del pasado mes, el joven Mohammed Nazzal denunció tras su liberación las constantes agresiones a la que son sometidos en esos centros.
Los miembros del Servicio Penitenciario de Israel (IPS) ingresan constantemente a las celdas y golpean a los presos, describió Nazzal, quien pasó tres meses encerrado y fue excarcelado como parte de un acuerdo de intercambio de prisioneros entre ese país y la milicia Hamas.
Una semana antes de salir, los efectivos del IPS entraron a la sección donde yo estaba y nos empezaron a golpear con palos, me puse las manos en la cabeza para evitar los golpes, lo que provocó daños en mis extremidades, narró.
Estuve detenido durante casi un año, pero lo que sucedió desde el 7 de octubre (cuando comenzó el nuevo ciclo de violencia) no lo vi antes, coincidió Jawad Kamil, de 17 años, otro de los jóvenes liberados.
Las fuerzas represivas entran a las secciones de los prisioneros y comienzan a golpearlos; el objetivo es matarlos, indicó.
Kamil reveló que compartió celda con 13 palestinos, y que todos ellos recibieron palizas.
“Nos golpearon fuerte y luego nos negaron cualquier tratamiento médico, uno de nuestros camaradas, de 17 años, fue golpeado tan duro en la cabeza que perdió el conocimiento, luego lo llevaron a la sala de aislamiento y hasta este momento desconozco su situación”, expresó.
Algunos presos llevaban 50 días sin bañarse, e incluso los que lograron darse una ducha tenían miedo de que las unidades de represión entraran y empezaran a aporrearlos mientras estaban allí, denunció.
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