Los primeros minutos transcurren como pasajes unipersonales de una figura de la que poco se conoce, la otrora soprano María Teresa Paniagua. Poco a poco, con el favor de otros interlocutores, terminará por emocionar al espectador.
Una historia conmovedora, pero no plañidera. Y están nombres propios que la sustentarán. La actriz Rossy de Palma y su humor sardónico, el tenor Plácido Domingo o el filósofo Fernando Savater, entre muchos.
Soprano oriunda de Zaragoza, María Teresa, afincada en Madrid y con una trayectoria exitosa en óperas y zarzuelas, falleció a los 89 años de edad en 2016, aunque antes dejó sus testimonios de vida desbordantes de energía y positivismo, dentro de una soledad en la que siempre estaba acompañada.
La percepción del éxito y del fracaso, la vejez, el olvido, la felicidad o el disfrute de aquellas pequeñas cosas de las que tanto habla Joan Manuel Serrat.
Detrás del telón y en el escenario tras las funciones en el Centro de Bellas Artes y en la Cineteca del espacio cultural Matadero, su director, el italiano Emanuele Giusto Kantfish, aprovechó la oportunidad para adelantar el estreno en el metaverso del documental.
Será en la plataforma Decentraland, también en el mercado de NFTs, con su estreno el 26 de diciembre, en un pase organizado por la propia Fundación de Decentraland.
Más allá, todavía tiene razones para regodearse por la buena acogida de El dulce sabor del éxito, una reflexión ambiciosa que atisba en los significados del reconocimiento en la cultura universal, junto, en este caso, con los valores y la visión española. Giusto, junto con el codirector Carlos Tejeda, se encomiendan a los sentidos mensajes que emiten Rossy de Palma al evocar la felicidad y la muerte, o al mismísimo Plácido Domingo imaginando su final desde el Teatro Real de Madrid.
El barrio Lavapiés, tan entrañable para María Teresa Paniagua, su devoción por los desayunos con churros y su sonrisa eterna a un recorrido que le dio mucha felicidad y raigambre, sin escucharle el más mínimo lamento cuando, en verdad, está sumida en el olvido.
“Nunca había pensado en estas cosas. Esta película es emotiva y divertida, y además es una llamada a la reflexión, a un necesario cambio de paradigma, nunca para dar recetas vacías, sino para empezar a razonar sobre el tema con más consciencia. Y todo esto empieza con una pregunta ¿cuál es el sentido del éxito en mi vida?”, reflexionó Emanuele Giusto.
jha/ft