Al intervenir ante la Asamblea General, el titular del organismo insistió en el alto costo de muerte y sufrimiento en Gaza, tras los ataques del 7 de octubre como el ejemplo más reciente.
Durante la ceremonia de entrega del Premio de las Naciones Unidas que reconoce a los defensores de estas garantías, el alto representante alertó sobre el aumento de las desigualdades y sus consecuencias.
El hambre y la pobreza se incrementan, los derechos de las mujeres se estancan y, en algunos casos, retroceden, agregó.
Mientras tanto, dijo, el espacio cívico y la libertad de los medios de comunicación se limitan y surgen nuevas amenazas como desastres climáticos catastróficos o la inteligencia artificial.
Por su parte, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, aseveró que este Premio es una oportunidad para celebrar a sus defensores y el enorme valor que aportan a las sociedades de todo el mundo.
Al desafiar el status quo o trabajar en situaciones de violencia o conflicto, se enfrentan a una multitud de riesgos, desde difamación hasta acoso, pasando por restricciones legales, arresto, detención, desaparición forzada, tortura e incluso la muerte, añadió.
El lauro fue establecido por la Asamblea General en 1966 y se otorgó por primera vez el 10 de diciembre de 1968, en el 20 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Este año, los ganadores fueron el Centro de Derechos Humanos “Viasna” en Bielorrusia; Julienne Lusenge, de la República Democrática del Congo; el Centro de Estudios de Derechos Humanos de Ammán en Jordania; Julio Pereyra de Uruguay; y la Coalición Global de organizaciones de la sociedad civil, Pueblos Indígenas, movimientos sociales y comunidades locales.
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