Los principales festejos se dan en las villas patrimoniales de Trinidad y Sancti Spiritus, próximas a cumplir 510 años de fundadas, en la comunidad de Condado donde cerca del 50 por cientos de sus habitantes mantienen sus raíces de los ancestros en el Valle de los Ingenios.
Los toques al santo comenzaron en la madrugada, con ritmos, velas y ron, ofrecimientos que son parte de la tradición popular religiosa, así como rendir culto y pedir por la salud y el bienestar, alejar males y buscar la felicidad.
La mayoría que llegan a las casas templos y cabildos lucen indumentaria esclava, hechuras de sacos y adornos morados (color del santo) con elementos de la naturaleza, flores, caracoles, piedras, en reverencia al orisha africano emergido del sincretismo, Babalú Ayé.
Esta tradición tiene su mayor exponente en el Valle de los Ingenieros, donde la mano esclava hizo de esta zona y Trinidad, Patrimonio Cultural de la Humanidad, un emporio de riqueza, centro de la comunidad de Condado, al margen de las montañas del Escambray.
Es una fiesta de colores y adoración heredada de los ancestros, patrocinada por la Casa de Cultura local, convertida en templo popular, con ritos y toque de tambores, mientras donde viviera Juana Marín, mito de esta comunidad rural llegan las ofrendas, familias del campo, visitantes de otras comunidades para animar la celebración.
Así se fusionan creyentes y no creyentes, cubanos todos, para nutrir una de las tradiciones de mayor arraigo en la nación, en la que no faltan la bebidas y los platos tradicionales.
Miles de cubanos desde el occidente al oriente de la isla y en otros confines del mundo, veneran a San Lázaro, el personaje bíblico amigo de Jesús y hermano de Marta y María Magdalena.
La mayor celebración, convertida en peregrinación de pueblo, se realiza en el Santuario o iglesia de San Lázaro en El Rincón, municipio Boyeros, La Habana.
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