Coros, atuendos y comidas típicas, instrumentos de trabajo y armamentos son algunos de los elementos que engalanan el sitio, fundado en 2011 por su directora Natalia Pavlovna.
“La granja ya tiene 12 años y hasta ahora es el único centro etnográfico turístico y de excursiones en las Aguas Minerales del Cáucaso. Nuestra tarea es presentar la vida, la cultura, el folclor y la historia de nuestro pueblo”, aseguró Pavlovna a Cuarta Pared.
Asimismo, añadió que para mantener vivas las tradiciones en las generaciones futuras tienen acuerdos con las escuelas y estas llevan al Centro a los niños para enseñarles desde pequeños las costumbres de esta población, en aras de brindar perdurabilidad a sus esencias.
Entre las más significativas está la ceremonia de emparejamiento, donde las familias comprometen a los jóvenes en matrimonio para dar curso a su legado.
Lo más importante en una familia cosaca es la autoridad de los mayores, el sentido del deber conyugal, el honor del linaje y la responsabilidad personal de los padres en la educación de sus hijos. Las estirpes eran numerosas, llegando a reunir tres o cuatro generaciones, y podían contar con 25 integrantes o incluso más.
Sus bailes se caracterizan por el vigor y la vivacidad. Uno de los más famosos es el kazachok, el cual comienza lentamente pero el ritmo aumenta gradualmente, los bailarines se mueven tan rápido que es difícil incluso observarlos. Otra de las danzas es la hopak, que contiene más trucos acrobáticos.
Para los cosacos dar a conocer al mundo sus tradiciones es de suma importancia, tal es así que hasta el Centro de Preservación de la Cultura llegan cada año amigos de varios países del mundo.
(Tomado de 4ta Pared, suplemento cultural de Orbe)