Aunque actualmente hay más conciencia global con el medio ambiente y los combustibles fósiles, existen pocos y lentos avances en cuanto a la interacción con la naturaleza, el consumo de sus recursos y el procesamiento de la basura.
Este contexto empeora las condiciones climáticas e impacta en los más vulnerables sobre todo cuando restan siete años para culminar el plazo trazado por la Agenda 2030.
De acuerdo con las estimaciones de la ONU, en 2023 tres cuartas partes del ecosistema terrestre del planeta y alrededor del 66 por ciento del medio ambiente marino fue alterado significativamente por la acción humana.
Por otro lado, más de un tercio de la superficie del mundo y casi el 75 por ciento de los recursos de agua dulce se dedican a la producción agrícola o ganadera.
De acuerdo con la ONU, entre 100 y 300 millones de personas corren un mayor riesgo de sufrir inundaciones y huracanes debido a la pérdida de hábitats costeros.
Sin embargo, algunas experiencias positivas confirman que las comunidades vulnerables mejoran sus acciones de reconstrucción y adaptación al clima con iniciativas como la Alerta Temprana para Todos.
Otros campos como la tecnología recibieron un impulso en los siete años transcurridos de la Agenda 2030, sin embargo, las brechas y desigualdades digitales están más marcadas que nunca.
Más de dos tercios de la población del planeta utiliza Internet y, en 2022, ocho mil 630 millones usaban la telefonía móvil.
En los países menos desarrollados, el período marcó un salto significativo en el número de personas con acceso a Internet: el 36 por ciento de la población, frente al siete por ciento en 2015.
Mientras, en los países de renta alta el 92 por ciento de la población está conectado y en los de renta media-alta la cifra alcanza el 79 por ciento.
La educación, por su parte, enfrenta otros desafíos tras el impacto de la Covid-19, que afectó a cerca de mil 500 millones de niños y jóvenes en todo el mundo por el cierre de las escuelas.
En 2023, la ONU calcula que 250 millones de niños están aún sin escolarizar; 64 millones en edad de asistir a la escuela primaria no están escolarizados; y casi la mitad de todos los niños refugiados del mundo también carecen de acceso a la educación.
Al mismo tiempo, 763 millones de la población mundial de adultos son analfabetos.
El organismo prevé que para 2030 casi 84 millones de niños y jóvenes seguirán sin recibir educación.
Otros desafíos tras la pandemia fueron la pérdida de salarios, la incertidumbre laboral y una crisis del coste de la vida cada vez mayor.
Las entidades mundiales estiman que la tasa de desempleo mundial ha descendido ligeramente hasta el 5,8 por ciento pero sigue afectada.
En 2021, se perdieron 125 millones de empleos de tiempo completo como consecuencia de la Covid-19, lo que impactó de forma desproporcionada a mujeres y jóvenes.
El año pasado, más de dos mil millones de trabajadores en todo el mundo estaban empleados en el sector informal sin cobertura de protección social, lo que a juicio de la ONU necesita respuestas suficientes.
Otras acciones inmediatas demandan detener el consumo y la producción insostenibles que contribuyen a la disminución de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce.
Lanzada en 2015, la Agenda 2030 estableció un plan de 15 años para realizar 17 metas interconectadas, conocidos como Objetivos de Desarrollo Sostenible y cambiar su trayectoria.
Estos forman parte de los planes de acción nacionales, centrados en un impulso en favor de un mundo mejor.
La Agenda ya avizora resultados como la construcción de ciudades resilientes, la reducción de las desigualdades, la adopción de medidas climáticas y la creación de alianzas sólidas entre los sectores público y privado.
No obstante, más que celebrar, los resultados en la mitad del camino confirman la necesidad urgente de apurar el paso.
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