La Comisión de Asuntos de Prisioneros y Exprisioneros y el Club de Prisioneros informaron el fallecimiento de Abdul Rahman Bassem Al-Bahsh, de 23 años, en el centro penitenciario de Megiddo.
En un comunicado conjunto, ambas instituciones denunciaron el nuevo crimen y condenaron las violaciones y torturas a la que son sometidos los reclusos palestinos.
El 7 de octubre no comenzó la brutalidad de Israel contra nuestro pueblo, solo se intensificó, subrayaron.
Al respecto, recordaron que meses antes, legisladores israelíes de extrema derecha impulsaron proyectos de leyes para condenar a la pena capital a detenidos palestinos.
También llamaron a las instituciones internacionales de derechos humanos, a Naciones Unidas y al Comité Internacional de la Cruz Roja a adoptar una postura firme ante esos crímenes.
En noviembre último, varios palestinos, liberados en un intercambio entre la milicia Hamas e Israel, denunciaron las torturas a las que fueron sometidos en las prisiones.
Los miembros del Servicio Penitenciario ingresan constantemente a las celdas y golpean a los presos, describió a la televisora Al Jazeera el joven Mohammed Nazzal.
Poco antes de salir, entraron a la sección donde yo estaba y nos empezaron a golpear con palos, me puse las manos en la cabeza para evitar los golpes, lo que provocó daños en mis extremidades, narró.
Estuve detenido durante casi un año, pero lo que sucedió desde el 7 de octubre no lo vi antes, coincidió Jawad Kamil, de 17 años, otro de los jóvenes liberados.
Las fuerzas represivas entran a las secciones de los prisioneros y comienzan a golpearlos; el objetivo es matarlos, indicó.
En similar sentido se pronunció Marah Bakir, detenida en 2015 y condenada a ocho años y medio de prisión.
Me aislaron en la cárcel desde el comienzo del conflicto en la Franja de Gaza, me golpearon repetidamente e intentaron quitarme el hiyab (pañuelo usado por las mujeres musulmanas para cubrirse la cabeza) mientras estaba encadenada, narró.
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